Mucho antes de que se describiera y se comprendiera el funcionamiento del sistema circulatorio, se advirtió que la pérdida de sangre disminuía la vitalidad. Por consiguiente la sangre debía de ser la esencia vital y se supuso que podía transferirse la vida con ayuda de un poco de ese ingrediente mágico. Y esto no fue cosa de la cultura de un pueblo, sino que se dio en muchos lugares y en épocas muy distantes, desde tiempos inmemoriales. De ahí nace la práctica aborigen de abrirse una vena para dejar gotear sangre sobre una piedra simbólica, o chiringa, a la cual supuestamente, se le confería poder y vida.
Recordemos la alianza entre Dios y Moisés que se produjo rociando sangre de un buey sacrificado sobre un altar, y el tabú, aún habitual en muchas partes de Africa, que impide recoger las cosechas, sin antes haber realizado el sacrificio de algún animal y rociar su sangre por todo el sembradío.
En cada caso se da por sentado que la sangre vivifica o hace revivir aquello sobre lo cual se vierte. Cuando se construye una casa o santuario en Africa occidental, se mata un gallo y se coloca su cuerpo dentro del pilar principal. En Grecia, los albañiles derraman una gota de sangre simbólica en los cimientos de las nuevas casas..
En 1963, en una antigua casa londinense, en un hueco cerrado con ladrillos se encontraron los cadáveres de cuatro gallos, dos de los cuales habían sido decapitados y los restantes, emparedados vivos. También se enterraban gatos, a veces con algún pájaro o un ratón para hacerles compañía.
Más inquietante aún fue el haber encontrado amuletos y zapatos viejos enterrados en los cimientos y paredes en más de 700 construcciones en lugares que van de Turquía a Australia. Los zapatos presumiblemente fueron de los constructores. Algunos tienen grabados símbolos místicos, pero hubo algunos que incluso incluían el pie del dueño.
En mi pueblo, en Juchipila, Zac, corría la leyenda que cuando se construyó la presa del Chiquen, se perdió un niño, mismo que al parecer fue enterrado en la cortina de la presa, para que cuando corriera el riesgo de romperse, el niño llorara y se pudiera evitar la tragedia.
Recordemos la alianza entre Dios y Moisés que se produjo rociando sangre de un buey sacrificado sobre un altar, y el tabú, aún habitual en muchas partes de Africa, que impide recoger las cosechas, sin antes haber realizado el sacrificio de algún animal y rociar su sangre por todo el sembradío.
En cada caso se da por sentado que la sangre vivifica o hace revivir aquello sobre lo cual se vierte. Cuando se construye una casa o santuario en Africa occidental, se mata un gallo y se coloca su cuerpo dentro del pilar principal. En Grecia, los albañiles derraman una gota de sangre simbólica en los cimientos de las nuevas casas..
En 1963, en una antigua casa londinense, en un hueco cerrado con ladrillos se encontraron los cadáveres de cuatro gallos, dos de los cuales habían sido decapitados y los restantes, emparedados vivos. También se enterraban gatos, a veces con algún pájaro o un ratón para hacerles compañía.
Más inquietante aún fue el haber encontrado amuletos y zapatos viejos enterrados en los cimientos y paredes en más de 700 construcciones en lugares que van de Turquía a Australia. Los zapatos presumiblemente fueron de los constructores. Algunos tienen grabados símbolos místicos, pero hubo algunos que incluso incluían el pie del dueño.
En mi pueblo, en Juchipila, Zac, corría la leyenda que cuando se construyó la presa del Chiquen, se perdió un niño, mismo que al parecer fue enterrado en la cortina de la presa, para que cuando corriera el riesgo de romperse, el niño llorara y se pudiera evitar la tragedia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario