
Max y Sissi pasaban tanto tiempo
juntos y se divertían de tal manera que parecían un par de locos por
dondequiera que fueran. Por esta razón fue que cierto día su padre le dijo a su
adorada niña: “Si tú y yo no hubiéramos nacido nobles, por Dios que andaríamos
de maromeros en un circo”.
Aquella niña con el tiempo llegó a
convertirse en una bellísima jovencita, a la cual comprometieron en matrimonio,
según la costumbre aristócrata, con Carlos Luis, hijo de su tía la archiduquesa Sofía
de Habsburgo. Mientras que su estirada y pretensiosa hermana Elena, fue
comprometida con el emperador Francisco José, hermano de Carlos Luís. O sea que
Sissi y Elena debían casarse con sus primos Carlos Luís y Francisco José
respectivamente.
Pero las cosas no sucedieron tal y
como se habían planeado; en cuanto el emperador conoció a la hermosa Sissi , se
enamoró perdidamente de ella, mostrando una total indiferencia hacia su
prometida. Y haciendo a un lado todos los protocolos establecidos, en un
suntuoso baile, le declaró su amor a la jovencita y pronto coronó aquél amor
correspondido en un matrimonio que hizo época.
Por supuesto que Elena, hermana de
Sissi, hizo el gran berrinche por el novio arrebatado, y con ello también le
era quitada la corona.
Después de la tradicional luna de
miel, Sissi descubrió que tras aquél guapísimo y deslumbrante marido, había un
tipo refunfuñón y parrandero, pero ella no se amilanó y puso en juego todas sus
astucias y encantos para pulir el agrio
carácter y los deslices del emperador Francisco José, quien al parecer terminó
enmendando camino, y haciendo un poco mas soportables sus desplantes.
La unión muy pronto floreció con una
niña, y poco tiempo después vino el heredero Rodolfo, que con el pasar del
tiempo sería motivo de gran pena.
Pero antes de todo eso se hizo
presente la bruja de esta historia, como en todos los tradicionales cuentos de
hadas. Era la
archiduquesa Sofía , madre del emperador Francisco José, quien
representó el odioso papel de la temible suegra.
No
dejaba en paz a Sissi ni un solo momento; buscaba todo tipo de pretextos para
dañarla y criticarla, poniéndola siempre en mal con su hijo. Detestaba su
espontaneidad y sencillez; odiaba sus risas y su felicidad de quinceañera; sin
poder soportar que Sissi careciera de los modales propios de la realeza. Vivió
aquella primera etapa de casada en sufrimiento y llanto.
Pero su libidinoso marido no tenía
remedio, ya que pese a tener una princesa tan hermosa en el palacio, no perdía
la oportunidad de tener sus amoríos con otras damas. Pero no cabe duda que Dios
le dio al emperador una mujer más que tolerante, ya que la ocurrente Sissi se
volvió su cómplice, ya que solía aconsejarle a su maridito cual mujer sería
para él una estupenda amante. Muchas de las cuales incluso luego serían
excelentes amigas suyas.
Siguiendo con la tradición de la
nobleza, a Rodolfo, hijo de Sissi y Francisco José, lo casaron con una princesa
a la que nunca amó. Y después surgió el problema, cuando Rodolfo pretendió
divorciarse de su decepcionante esposa, para unirse con la joven y encantadora
María Vetsera, a quien amaba con pasión arrebatadora. Pero su padre, el
emperador Francisco José no estuvo de acuerdo y le ordenó que rompiera de
inmediato aquella relación clandestina. El dolor y la impotencia de Rodolfo fue
tan grande, que poco tiempo después aquello culminó en un pacto de amor
suicida, que volvió loca de dolor a su madre.
El pueblo adoraba a Sissi, porque
nunca perdía la oportunidad de realizar obras benéficas; pero ese amor iba
mucho más allá de Austria, ya que hasta el mismo pueblo de Hungría le pidió que
se convirtiera en su Reyna.
El 10 de Septiembre de 1898, Sissi
salió de el hotel donde se hospedaba en Ginebra, donde pasaba su temporada de
vacaciones; en el lago la esperaba un barco en el cual daría un recreativo
paseo, cuando de pronto de detrás de un árbol, salió el anarquista italiano Luigi
Lucheni, quien fingiendo un tropiezo cayó abruptamente sobre ella encajándole
un filoso puñal en el pecho. A Sissy la herida no le pareció muy importante, y
pese al incidente continuó con su proyectado paseo, pero vino una hemorragia y
un dolor insoportable que la hizo volver sobre sus pasos, para morir poco
después a consecuencia de aquella terrible puñalada.
2 comentarios:
Está muy bien tu reseña, pero la historia amorosa del emperador y Sissi no fue tan cruda como se suele creer. No negaré que Francisco José tuvo amantes recomendadas por la mismísima emperatriz, no obstante, esto en parte sucedió debido a los descuidos maternales de Isabel que conllevaron a la decisión de no tener más hijos por parte de ella. Tal abstinencia produjo la necesidad de una amante, pero incluso después de la muerte de Rodolfo, el emperador aún amaba a su esposa.
Esa es mi humilde opinión.
¿Alguien sabe algo sobre la vida de Domi?
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