sábado, 21 de junio de 2008

LENNON EN GETSEMANI


Según cuenta Robert Rosen en su libro “Nowhere Man”, John Lennon pasó los cinco últimos años de su vida en un agobiante reclutamiento. Lejos del ambiente musical y de la gente, se hundía en la desesperación sin encontrar que hacer ni a donde ir. Era constante su miedo al secuestro, sobre todo de su pequeño hijo Sean. Todo esto desde el día que fue amenazado telefónicamente por alguien que se hacía llamar el latino lunático.
Se veía a sí mismo como un drogadicto con sobrepeso, que pasaba días enteros tomando únicamente jugos intentando doblegar a la báscula, para luego, en un momento de debilidad ir a saquear el refrigerador hartándose con todo lo que encontraba. Y después volverse a sentir culpable y deprimido.
Su ambición más grande era alcanzar un estado de perfección espiritual siguiendo el camino de los grandes maestros: Jesús, Buda, Mahoma, Krishna y Gandhi. John creía que si meditaba bastante se conectaría con Dios y adquiriría poderes psíquicos, como la clarividencia y la capacidad de volar por el aire. Yoko lo animaba a lograrlo, porque según su opinión esta sería la herramienta perfecta para lograr acumular más riqueza.
Jonh y Yoko creían mucho en los horóscopos, los mediums y las videntes. Así que en cierta ocasión sus consejeros espirituales recomendaron que Lennon viajara a Jerusalem para recobrar las energías perdidas.
Fue a tierra santa y deambuló por las calles sintiendo la energía de Jesús que aún parecía estar presente en todos aquellos legendarios lugares. Al tercer día tomó un carro de sitio y pidió ser llevado al Monte de los Olivos. En Getsemaní se arrodilló en el suelo y se puso a hacer oración pidiendo perdón por sus pecados. Entonces se acercó a él una turista americana, quien le preguntó si se encontraba bien. El la invitó a su hotel, y sólo después de que se quitó el sombrero y las gafas de sol, ella descubrió quien era. La mujer quedó muda de asombro, pensó que nadie iba a creerle aquella historia.
En el hotel John le pidió que le permitiera lavarle los pies. Ella aceptó. El llenó una vasija con agua. Ella se sentó en una silla, mientras Lennon la despojaba de sus sandalias y le limpiaba con una esponja húmeda el polvo de los pies. Luego le dijo “Soy tu humilde servidor”. Ella no pudo pronunciar palabra. Después John agregó: “Esto es lo que debo de hacer”.

1 comentario:

Robert Rosen dijo...

Robert Rosen aqui. Hola desde Ciudad Nueva York. Gracias para publicar la historia sobre mi libro. Es bueno para saber que los gentes de Mexico todavia leen Nowhere Man. Espero encontrarlo cuando estoy en Mexico otra vez. Y perdon mi espanol. Estoy aprendiendo.