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domingo, 1 de abril de 2012

EL REY LUIS XI Y SU ASTRÓLOGO

Una tarde el rey Luis XI llamó al astrólogo a su habitación, ubicada en lo alto del castillo. Antes de que el hombre llegara, el rey indicó a sus sirvientes que, cuando él diera la señal, debían apresar al astrólogo, llevarlo hasta la ventana y arrojarlo al vacío.
El astrólogo llegó a los aposentos del rey, pero antes de dar la señal Luis XI resolvió formularle una última pregunta: “Usted afirma entender de astrología y conocer el destino de los demás, así que dígame cuál será su destino y cuánto tiempo de vida le queda”.
“Moriré exactamente tres días antes que su Majestad”, respondió el astrólogo. El rey nunca dio la señal a sus siervos. Perdonó la vida al astrólogo y no sólo lo protegió durante toda su vida, sino que lo colmó de obsequios y lo hizo atender por los mejores médicos de la corte.
El astrólogo vivió varios años más que el rey. Así que falló en su pronóstico, perdiendo con ello su reputación de buen adivino. Aunque viéndolo bien, lo más seguro es que adivinó las intenciones del rey y fue más astuto de lo que pensaban.

miércoles, 29 de junio de 2011

LUIS XIII Y SU PRIMERA VEZ

Era el año de 1610 cuando Luis XIII fue proclamado rey de Francia. Apenas contaba con 10 años de edad. Cinco años después lo casaron con Ana de Austria, hermana de Felipe IV. A los 15 años de edad el rey Luís, se sentía tan desconcertado que no entendía ni lo más mínimo de sus funciones reales, y mucho menos lograba comprender sus obligaciones conyugales.
El joven monarca, llegada la noche se tumbaba en la cama sin apenas darse cuenta que tenía una compañera al lado. Una joven reina que deseaba algo más que escuchar los ronquidos de su noble marido, pero que aguantó noche tras noche esperando que el rey tomara la iniciativa, tal y como debía de ser. Se movía incómoda de un lado a otro, suspiraba, lo tocaba con disimulo, más el rey Luís parecía no darse por enterado de la impaciencia de su apasionada esposa.
Cansada de la situación, Ana de Austria se quejó amargamente con un hermano Felipe IV, y como la situación era bastante delicada, éste se entrevistó con el Papa en búsqueda de una solución, y el Papa a su vez le turnó el problema a su nuncio en París, quien delegó la situación al embajador de Venecia, amigo del joven rey.
El nuncio y el embajador no se sentían muy seguros del motivo de la situación, quizás fuera un total desinterés del rey Luís, por su mujer al no haberla él escogido, o tal vez fuera por timidez, ya que no era muy extrovertido, o quizás hasta pudiera tratarse de un caso de ignorancia. De todas formas urdieron un plan para mostrarle al rey en que consistía exactamente el proceso amatorio. Para ello condujeron al joven a una sala privada en la que le esperaba su hermana, la duquesa de Vendome, y su marido, quienes le hicieron una demostración práctica.
En la demostración estuvo presente el médico del rey, quien fue comisionado para constatar el efecto físico que el insólito espectáculo provocaba en el rey, a quien en el momento indicado se le instó a acudir a su lecho conyugal, donde le esperaba su esposa convenientemente preparada.
El rey aceptó la propuesta y acudió presuroso al lecho con su esposa, y no defraudó las expectativas; testigo de ello fue su sacerdote confesor quien estuvo presente ante la consumación de los hechos y les dio su bendición.

viernes, 18 de septiembre de 2009

EL REY LUIS II Y SU HERMANO OTTO

Luís tenía 18 años cuando fue coronado rey de Baviera. Fue conocido como Luís II, pero a él poco o nada le importaba gobernar, prefería dedicar su tiempo a escuchar la música de Wagner, quien era su ídolo, y a quien patrocinó y protegió durante mucho tiempo. Además le gustaba mucho leer libros sobre mitología, mismos que luego turnaba a Wagner para que realizara obras musicales con ellos.
Con semejante apoyo, Wagner tuvo la posibilidad de escribir obras inolvidables y maravillosas. Pero esto ocasionó grandes problemas, ya que los ministros del rey comenzaron a reclamar que el rey se gastaba mucho dinero en el músico, y eso obligó a Luís II a desterrar a Wagner, quien se fue a Suiza, aunque el rey nunca dejó de estimarlo.
Ya sin Wagner, el rey Luís se dedicó a construir castillos en Baviera, entre los que se encuentra el maravilloso castillo Neuschwanstein, que luego sería burdamente copiado para hacer el castillo de Disneylandia. En los castillos el rey mandaba pintar escenas mitológicas de las obras de Wagner como los nibelungos, Lohengrin y Tristan e Isolda entre otros.
Todo mundo se daba cuenta que al rey no le interesaba en lo absoluto gobernar, lo único que le atraía era el arte; por lo cual se hizo una conspiración en su contra y declarándolo loco, le mantuvieron prisionero en el castillo de Berg, para poner en su lugar a Otto, su hermano menor, quien sí era realmente un enfermo mental. Su familia lo había mantenido recluido durante los catorce años anteriores en un cuarto. Pero esto no les importó, al contrario, de esta forma eran otros los que gobernarían por él.
Luís y su doctor fueron encontrados un día muertos flotando en el lago, y nadie logró dar una explicación a semejantes hechos. Mientras que Otto, el nuevo rey se mantuvo recluido custodiado por dos guardias, quienes se encargaban de mantenerlo bajo control y seguirle la corriente en todas sus locuras. Una de sus creencias más peculiares era la de que, si mataba a un campesino diariamente, nunca se enfermaría. Y para satisfacer tan extravagante capricho, uno de los guardias cargaba diariamente la pistola de Otto con cartuchos de salva, mientras que el otro se vestía de campesino y se escondía entre los arbustos frente a la ventana de la habitación del rey. Cuando Otto aparecía en la ventana con la pistola lista, el supuesto campesino salía de su escondite y fingía caer muerto ante el disparo de su majestad.

martes, 16 de junio de 2009

EL CADAVER DE LA REINA

El príncipe Pedro se casó con Doña Constanza de Castilla, pero no tardó mucho en enamorarse de Inés, una de las damas de su esposa.
Cuando murió su mujer en 1345, se dispuso a casarse con su amada; pero su padre se opuso. Aun así, Pedro se casó en secreto con Inés, y cuando se supo en la corte, desató la ira del rey que mandó asesinarla.
La reacción de Pedro no fue otra que alzarse en armas contra su padre, una lucha que no cesó hasta que éste murió. Y, una vez que fue coronado rey, Pedro I emprendió la venganza contra los asesinos de su esposa.
Ordenó que los capturaran, les sacaran el corazón en vida y que, finalmente los quemaran. Además, mandó desenterrar a doña Inés y la sentó en el trono para que todos los cortesanos besasen su mano como reina.

miércoles, 29 de octubre de 2008

LA SANTA HERMANDAD

20 años antes de que Colón viniera a América, los reinos de Castilla, en la madre Patria se habían convertido en lugar de auténtico desorden. Al termino de la llamada guerra de sucesión, había gran inestabilidad en el reino, y los caminos se habían llenado de bandidos y barvajanes que cometían todo tipo de ultrajes a los viajeros. Lo viajeros que se aventuraban a internarse por los caminos, procuraban agruparse para protegerse unos a otros, pero esto jamás fue garantía de seguridad. Los boques y barrancas estaban plagados de salteadores y asesinos que liquidaban a los hombres, violaban brutalmente a las mujeres y se posesionaban de sus pertenencias.
La unión matrimonial de Fernando V de Aragón e Isabel de Castilla, permitió la unificación de ambos reinos, más esto provocó ciertas revueltas que crearon inestabilidad en el poder, cosa que aprovecharon ciertos personajes para incrementar su influencia y dominio. Por lo cual, ante la situación tan problemática, los Reyes Católicos, como le llamaban a Fernando e Isabel, decidieron actuar con mano firme para controlar a los poderosos abusivos, los enemigos del reino ,y toda aquella sarta de bandidos y sinvergüenzas, que tenían aterrorizados a los viajeros.
Así surgió el año de 1476 la llamada Santa Hermandad. Esta organización establecida por el rey Fernando colocó un jinete por cada 100 habitantes y un hombre de armas por cada 150, dándoles poder para juzgar y ajusticiar a los delincuentes y restablecer el orden con mano firme en toda la comarca. Estos hombres de casaca blanca y cruz roja en pecho y espalda, peinaron palmo a palmo las zonas amenazadas y ajusticiaron sin miramientos a cuanto bandido encontraron, logrando con ello el respaldo total del pueblo.
Su papel fue tan efectivo, que pronto se terminó la inseguridad en los caminos, y se logró el control de toda la zona; además incrementar el poder y popularidad de los Reyes Católicos, quienes de un solo tajo controlaron totalmente la situación.
Unos años después, en 1480, siguiendo la misma fórmula, establecieron la Inquisición, para imponer la unidad religiosa y reprimir cualquier disidencia. Y en 1492 conquistaron el último reducto musulmán en la Península Ibérica con la toma de Granada.
Nada más con estos hechos realizados, los Reyes católicos hubieran cubierto una página relevante en la historia. Ciertamente La Santa Hermandad tuvo muchos puntos desagradables que la convirtieron con el tiempo en una carga insoportable para el pueblo, y ni que decir de la Inquisición cuyo papel es algo que la Iglesia bien quisiera no se volviera recordar, pero estos puntos en contra pasaron a segundo término, con el simple detalle que tuvo la reina Isabel de entregarle a Colón un puñado de joyas para que se adentrara en los mares en busca de una nueva ruta rumbo a las Indias. Pero esa es otra historia que abordaremos a detalle en próxima ocasión.