sábado, 27 de diciembre de 2008

EL LAPIZ

El año de 1564, una violenta tempestad derribó un enorme árbol en una población llamada Borrowdale en Inglaterra. La caída del árbol dejó al descubierto una masa de cierta sustancia negra de aspecto mineral. Los pastores de la localidad utilizaron pedazos de aquél material para marcar sus ovejas. Otros lugareños más astutos comenzaron a cortarlo en forma de varitas, que luego vendieron en las calles de Londres con el nombre de “piedras de marcar”, mismas que fueron utilizadas por los tenderos para hacer sus letreros en las cajas de frutas y mercancías.
No tardó el rey Jorge II en incautar el lugar y comenzar a explotar el mineral, que no era otra cosa que grafito. Mismo que fue utilizado para dar forma precisa a las balas de los cañones. El rey fue muy estricto con aquel valioso mineral. Y se registraba a los trabajadores meticulosamente para que no se lo robaran. Pero, como siempre suele suceder, la gente se las ingeniaba de una y mil formas para poder llevárselo a casa.
Aquellas barritas de grafito utilizadas para marcar y escribir tenían grandes deficiencias: se rompían con facilidad y manchaban las manos. Algún genio desconocido resolvió el problema enredando un cordel a todo lo largo de la varita y de esta forma se realizó el antecesor del lápiz, tan común hoy en día.
Un francés llamado Jacques Conté, un químico de reconocida fama, fue comisionado por Napoleón para que encontrara la forma de fabricar lápices, los cuales eran algo exclusivo de Inglaterra y Alemania. Pero el grafito de Francia era de inferior calidad, así que Conté le añadió arcilla a modo de complemento y coció su mezcla en el horno. Aquélla fórmula dio resultados espectaculares, ya que resultó ser mucho más eficaz que el grafito puro, logrando una mayor dureza que impidió el que se quebrara con facilidad.
El trabajo lo completó un carpintero e inventor de Massachussets, quien fabricó en su taller una máquina capaz de moldear la madera para introducir en ellas los pequeños cilindros de grafito y a continuación pegar dos secciones de ellas para darle forma a los lápices. Tal y como hoy los conocemos.
Ahora se consigue el mejor grafito del mundo en Sri Lanka, Madagascar y México; mientras que la arcilla para darle la dureza requerida, la mejor es de Alemania; la goma de borrar proviene de Malasia; y la madera más adecuada para los lápices es de cedro de California.
En la actualidad se producen más de 300 tipos de lápices diferentes. Y su uso es tan generalizado, que todos los grandes sueños y proyectos del hombre han comenzado con uno de estos pequeños utensilios en la mano.

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