viernes, 1 de mayo de 2009

LA HISTORIA DE TONY

Para Tony Valle las cosas iban bien en la vida. Al menos parecían comenzar a componerse después de su fracaso matrimonial. Su trabajo como representante de ventas de una exitosa compañía establecida en Guadalajara, le habían permitido salir airosamente de cualquier problema económico, y aunque no vivía con grandes problemas en este sentido, había algo en su vida que le hacia sentirse vacío. Como nos sucede a tantos, quienes creemos que la vida es así… descolorida, desabrida, sin gran atractivo. Viviendo solamente por vivir.
Pero un día las cosas cambiaron, al estarse bañando, descubrió que se le había formado una pequeña bola en una pierna. La tocó, la presionó, pero no sintió nada. Le pareció un tanto extraño, pero no le prestó la mayor atención. Pasaron los días y la bola persistía, creciendo al parecer un poco cada día.
En el campo de juego, a donde acudía semanalmente para hacer algo de deporte, se encontró con Carlos, su amigo, el doctor; así que para disiparse las dudas, decidió mostrarle aquella anomalía, para de una vez por todas quitarse la inquietud que le venía provocando.
El doctor la miró, hizo un ligero reconocimiento y le pidió que fuera a su consultorio para hacer un reconocimiento en forma y determinar la causa que estaba provocando aquella anomalía. Tony esperaba una respuesta simple, quizás que le recetara unas pastillas y punto. Pero no fue así. Y el mundo se le vino encima cuando, una vez que se realizaron los correspondientes análisis, se descubrió que aquello era un tumor canceroso.
La noticia fue para Tony como una sentencia de muerte. Ninguno de nosotros sabemos lo que es recibir una noticia de esta índole, solo aquellos que han pasado por ese amargo trago saben lo que esto significa.
Después le extirparon el tumor, y vino el penoso tratamiento de la terrible quimioterapia. Al principio pareció sencillo, pero después de un par de semanas, no podía ni pasar la saliva y todo su cuerpo comenzó a manifestar los estragos que provoca el tratamiento. Pero lo más penoso de todo fue cuando una mañana, después del baño, al pasar el cepillo por su cabeza, los mechones de pelo quedaron enredados entre las cerdas, quedando tan solo un poco de su pelo aquí y allá, dejándole enormes lunares de calvice en su cabeza. Ese día no pudo reprimir la angustia y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero solo fue algo momentáneo; decidió que iba a enfrentarlo todo con entereza, así que cogió el rastrillo y se rasuró totalmente la cabeza y salió decidido a continuar la vida, aunque su alma estaba totalmente llena de pena.
Sus amigos, su familia… todos le mostraron su apoyo. Con palabras torpes y como Dios les dio a entender, le dijeron que estaban con él. Pero Tony, pese a todo ello siguió sintiendo que la lucha era únicamente de él y de nadie más y caía en momentos depresivos con bastante frecuencia sabiendo que estaba completamente solo para enfrentar su incierto destino.
Días después, cuando llegó a casa por la noche, se sorprendió al ver a su hijo, un adolescente de escasos 16 años, y quien siempre andaba super bien arreglado, como cualquier chico de moda; y quien aquél día, había mandado al traste su hermosa cabellera y ahora se mostraba totalmente rasurado de la cabeza, a imagen y semejanza de su padre.
Tony, sin entender bien lo que pasaba, le preguntó a su muchacho porqué había hecho semejante cosa. Y su hijo, con cierta timidez y palabras titubeantes le dijo: “Papá, lo hice porque quiero que sepas que yo también estoy contigo”
Tony salió adelante, los más recientes estudios señalan que no existe rastro alguno de cáncer en su organismo. Pero de toda esta terrible experiencia le quedó un enorme amor por la vida y el recuerdo de aquella escena donde descubrió el corazón solidario de su hijo.

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