viernes, 18 de septiembre de 2009

EL SEMBRADOR DE MANZANOS

Enormes extensiones del norte de los Estados Unidos están llenos de manzanos, se calcula que hay 160,000 kilómetros cubiertos con estos apreciados árboles. Abarcando gran parte de Massachusetts, Pennsylvania, las cercanías de Nueva York y Ohio. ¿Qué de novedad tiene esto?
John Chapman era un tipo tan simple que fácilmente se podía confundir con un loco. Llamaba mucho la atención por lo excéntrico de su atuendo. Vestía con un burdo saco café en lugar de camisa, sus pantalones viejos, rotos y desgastados; los zapatos llenos de hoyos, una bolsa llena de biblias, y una cacerola por sombrero en la cabeza, en la que cocía sus alimentos.
A todos les hablaba de la palabra de Dios y les regalaba biblias, mismas que adquiría con las limosnas que le daban las personas que se encontraba a su paso. Era muy apreciado, porque todo en él era bondad y sencillez. Se dice que nació en Springfield, Massachusetts en 1774, aunque hizo de los caminos su lugar de residencia. A diario iba de uno a otro lugar teniendo como gran misión, además de hablar del reino de Dios, sembrando semillas de manzana.
Era mucho más grande su costal de semillas que de biblias. Se cansaba mucho con el peso de la carga, pero se sentía feliz con lo que hacía. Con el tiempo los campos, antes desnudos, se llenaron de manzanos, mismos que Chapman cuidaba con esmero, podándolos y apartando de ellos las hierbas.
John Chapman un día desapareció. Nadie sabe cuál fue el último camino por el que se marchó. Ahora las grandes extensiones de manzanos, que son el patrimonio de muchas familias, son un monumento al amor de este hombre por la tierra y sus semejantes.
Cómo hacen falta este tipo de locos en el mundo. ¿No le parece?

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