Henry Ford era un tipo fuera de serie. Sus contribuciones en el terreno automotriz hicieron historia y contribuyeron al florecimiento de esta industria. Pero en cierta ocasión se topó en el “imposible”. Su mente le permitió idear un motor de 8 cilindros en un solo bloque, así que llamó a sus ingenieros y les expuso el plan para realizar su proyecto. Los ingenieros escucharon con atención lo que Ford les solicitaba, se miraron unos a otros y el más atrevido de ellos expresó su opinión.
-Lo que usted nos solicita es “imposible” – pero Ford, que no se amilanaba a la primera, le dijo con voz firme y decidida. “No importa si esto es un “imposible” quiero que se pongan a trabajar y lo hagan”.
Los ingenieros salieron aquél día bastante molestos de su oficina, porque ya sabían lo que esto significaba: el patrón no aceptaba jamás un “no” como respuesta, debían de hacer lo que les pedía, o podían ir metiendo su cabeza en la guillotina.
Hicieron bastantes intentos. Elaboraron planos de muy diversa índole, realizaron una buena cantidad de pruebas, pero el “imposible” continuaba manteniéndose en sus cabezas.
Tiempo después Henry Ford convocó de nuevo a una reunión para analizar los progresos realizados en este terreno, y los ingenieros, llenos de apuración y cabizbajos le dijeron al patrón de nuevo que lo que estaba solicitando realmente era un “imposible” y por tanto irrealizable.
Subieron de tono las palabras. La discusión se volvió bastante acalorada. Llevaban meses trabajando en el proyecto, descuidando muchas otras cosas importantes, y no se midieron para hacerle saber a Ford que lo único que habían logrado hasta entonces era perder el tiempo.
De nuevo habló el atrevido diciéndole – Señor, llevamos meses en el proyecto, hemos analizado todas las opciones y es simplemente imposible embutir ocho cilindros en un solo bloque.
Ford sonrió con su característica ironía y con voz decidida les ordenó. “Prodúzcanlo de todas maneras!. La palabra imposible no existe. Esta es olo una palabra para los fracasados y ustedes no son unos fracasados, así que salgan de aquí y regresen cuando lo logren!”. Con esto estaba dicho todo. Ford se puso de pie, tomó sus cosas y salió de la sala de juntas rumbo a su oficina. Los ingenieros menearon la cabeza. Lo consideraron injusto, intransigente, autoritario y muchas cosas más. Pro sabían que no había otro camino a seguir. Tenían que proseguir su trabajo emprendido, hasta que alcanzaran ese “imposible”.
Continuaron las pruebas, las investigaciones. Y de pronto, como por arte de magia lograron que posible lo “imposible”. El motor de 8 cilindros fue realizado, dando de esta manera un empuje definitivo a la industria automotriz.
Henry Ford era así. Entendía muy bien el poder que existe dentro de los sueños. “Lo que tu mente puede creer, tu lo puedes conseguir”, sin importar lo que digan los expertos. Porque como él bien decía “La palabra imposible no existe. Esta es solo una palabra para los fracasados que se justifican para no luchar.
Sueña en grande y a pesar de lo que te digan los demás, tú puedes convertir tus sueños en realidad.”
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