Louis Braille nació a principios del siglo Diecinueve en un pueblito cerca de París. Su padre tenía un taller de talabartería; fabricaba arneses y otros utensilios de cuero, por lo cual utilizaba afiladas herramientas para cortar y perforar el cuero.
Un día, el pequeño Louis estaba jugando con uno de los punzones de su papá, cuando se resbaló y accidentalmente se picó uno los ojos. Al principio, la lesión no parecía seria, pero la herida se infectó. Pocos días después, el otro ojo se contagió y el niño perdió la vista de ambos ojos.
Los primeros días de ceguera fueron muy difíciles, más poco a poco Louis aprendió a adaptarse y a llevar una vida normal. Fue a la escuela junto con sus amiguitos y le fue bien en los estudios. Era inteligente y creativo y se propuso no permitir que su discapacidad lo frenara en lo más mínimo, pero, al no poder leer ni escribir su nivel como estudiante comenzó a dejar mucho que desear.
Sus padres conocieron de una escuela en París, especial para estudiantes ciegos. No lo pensaron dos veces, aunque ello significara grandes sacrificios, lo enviaron de inmediato, aunque Louis solo contaba con 10 años de edad.
Las condiciones de la escuela eran muy duras. El edificio era húmedo e insalubre y la disciplina era severa. Los alumnos que se portaban mal eran golpeados, encerrados y alimentados con pan duro y agua. Por ello era común que los niños abandonaran los estudios y se dedicaran a lo que fuera posible para sobrevivir, incluso mendigar.
En la escuela para ciegos, los alumnos eran adiestrados en algunos oficios como la fabricación de pantuflas, para que al salir pudieran ser capaces de ganarse la vida. Tan solo les era permitido salir una vez por semana, aunque lo hacían en grupo y atados unos a otros por una cuerda.
La escuela tenía únicamente catorce libros para invidentes. Eran demasiado voluminosos y pesados. Tenían letras muy grandes, realzadas con alambre prensado. A Louis le interesaron mucho, pero eran demasiado difíciles de manejar y leer. Tardaba varios segundos en terminar cada palabra y cuando llegaba al final de la oración, casi había olvidado que qué se trataba el principio. Louis pensó que debía haber una mejor opción.
Tenía que existir una manera de que una persona ciega pudiera sentir rápidamente las palabras de una página, para poder leer tan veloz y fácilmente como una persona con vista. Pero como un método así no existía, decidió buscar la forma de realizarlo.
Louis Braille, nuestro jovencito de esta historia, había aprendido desde pequeño a tocar el cello y el órgano. Incluso fue organista en varias iglesias de París. Era muy inteligente y creativo, por ello confiaba en que lograría encontrar la forma de resolver el problema.
Un día, un soldado visitó la escuela y les llevó a los pequeños ciegos un código alfabético que estaba siendo usado por el ejército francés para enviar mensajes nocturnos de los oficiales a los soldados. Los mensajes no podían ser escritos en un papel, porque el soldado tendría que encender un cerillo para leerlo y esa luz lo convertiría en un blanco fácil para los disparos del enemigo. Por lo tanto, el código consistía en una serie de puntos y guiones que se escribían en relieve sobre el papel, para que los soldados pudieran descifrarlos al pasar sus dedos sobre los símbolos. Una vez que todos comprendían los símbolos, funcionaba más o menos bien.
Louis probó entusiasmado el código. Era mucho mejor que leer los gigantescos libros con grandes letras en relieve. Sin embargo, el código militar seguía pareciéndole lento y engorroso. Los puntos ocupaban mucho espacio en cada página, por lo que sólo cabían una o dos frases. Él sabía que podía mejorar de alguna manera ese alfabeto.
Cuando regresó a casa, en tiempo de vacaciones, tomó uno de los punzones del taller de su padre y afanosamente se dedicó a construir un nuevo sistema de lectura para ciegos. Pasó varios días trabajando en un alfabeto hecho completamente con una base de seis puntos, colocándolos en diferente posición para formar las letras. Y el método funcionó. Aún pasó varios años perfeccionando su sistema, más en 1827, cuando tenía 18 años de edad, fue publicado el primer libro en el sistema Braille.
Louis Braille se convirtió en maestro de la escuela donde había estudiado. Era admirado y respetado por sus alumnos, pero desafortunadamente murió muy joven, a los 43 años, víctima de la tuberculosis. Pero su herencia se ha mantenido para siempre.
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