Los instrumentos más caros del mundo son, sin lugar a dudas, los violines Stradivarius. En la actualidad existen cerca de 600 de estos afamados instrumentos Y para que se de una ligera idea de su valor, le diré que hace un par de años fue subastado el llamado “The Hammer”, porque todos tienen nombre, en 3.5 millones de dólares.
Antonio Stradivari, originario de Cremona, Italia, logró un arte inigualable en la creación de instrumentos de cuerda. El barniz, la madera, el diseño y el esmerado trabajo artesanal de elaboración, le permitieron crear unos violines llenos de magia cuya seducción pasaría de generación en generación hasta llegar a nuestros días.
Stradivari era demasiado celoso con sus conocimientos de elaboración, no obstante lo transmitió a sus dos hijos, quienes por desgracia no alcanzaron la misma calidad mágica de su padre, aunque su trabajo fue bastante notable.
Anotó la fórmula de su barniz, parte fundamental del sonido de sus instrumentos, en la tapa de la Biblia que guardaba celosamente en su casa, más posteriormente y para que no se difundiera el secreto, uno de sus hijos la destruyó. Desde entonces ha permanecido el secreto que confiere a los stradivarius una posición privilegiada.
Investigaciones realizadas por Joseph Nagy-vary, profesor de bioquímica y biofísica en la Universidad de Agricultura y Mecánica de Texas, parecen haber despejado la gran incógnita de los Stradivarius: la madera de abeto que éste usó procedía de Venecia, y se almacenaba en una bodega cerca del mar, Esto producía diminutos agujeros en la madera, solo visibles con un microscopio electrónico de 2 000 amplificaciones. Cosa que la madera curada en seco de los violines modernos no tiene. Según el decir de Nagy-vary, esto confiere riqueza y resonancia especiales al sonido.
En cuanto al barniz, incluía diminutos cristales de mineral que procedían de piedras preciosas molidas, formula surgida de los alquimistas, quienes lo preparar así en la creencia de que las piedras tenían propiedades mágicas. En un violín, estos cristales filtran los armónicos agudos y producen un sonido más puro y terso.
Nagy-vary puso a prueba su teoría al fabricar un violín con madera curada en la humedad y recubierta de un barniz que contenía polvo de piedras preciosas. Un experto calificó el resultado como “el mejor violín nuevo que jamás he escuchado”. La famosa violinista Zina Schiff quedó tan impresionada que tocó el instrumento en conciertos públicos.
De todas formas, el proceso es bastante costoso, y aún conociéndolo, muy difícilmente podrá un constructor de violines ponerle al instrumento el alma, el espíritu, la esencia con la que Antonio Stradivari daba vida a sus creaciones. Porque usted y yo sabemos que aunque le demos a dos chefs una receta y los mismos utensilios para realizar un platillo, al final se obtendrán resultados totalmente diferentes. Cada cosa que creamos lleva impregnada nuestra esencia.
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