Jesús Malverde nunca existió, más tiene aproximadamente 132 años en boca y corazón de muchas gentes, quienes lo consideran un santo y le han construido una capilla en Culiacán, misma que mantienen cubierta de flores en forma permanente, y le hacen una gran celebración con música y pólvora cada 3 de mayo.
Malverde es el santo que protege a los narcotraficantes, los ladrones y todos aquellos que se dedican a lo ilícito. Más Jesús Malverde es solo un mito, una leyenda que todos creen al pie de la letra, aunque no hay una sola prueba de su existencia.
Cuentan que fue un bandido generoso que actuaba, más que por maldad, por desacuerdo con la injusta distribución de la riqueza. Por ello robaba a los ricos y poderosos para luego repartirlo entre los más necesitados. Todo un Robin Hood a la mejicana.
A principios del siglo, tuvo un enfrentamiento con el ejército, en tiempos del gobierno de Francisco Cañedo. La batalla fue dura y Malverde resultó gravemente herido, más aún así logró escapar y esconderse sin problema en los escondrijos de la sierra.
Carente de una adecuada atención médica, pronto le llegó la gangrena sobre una de sus piernas, más se negaba a morir. Sabía que día con día se incrementaba el precio por su captura y esperó lo más que pudo, hasta que un determinado día, cuando sentía que su final estaba cerca, le solicitó a uno de sus compadres que lo entregara y cobrara la recompensa, para que luego la repartiera a los pobres.
Malverde fue entregado y la recompensa cobrada. El gobernador dispuso que fuese llevado a la horca y después de ello que lo tiraran como cualquier animal muerto, sin que se permitiera su sepultura.
Infinidad de personas desfilaron por el lugar donde Jesús Malverde fue arrojado y todos los que pasaban le fueron arrojando una piedra. Nadie podía decirles nada, pero al final el pueblo le hizo su tumba con todas aquellas piedras que le arrojaron.
En su actual capilla hay demasiados agradecimientos anónimos, algunos muy sencillos, otros de materiales duraderos y enmarcados en fina madera. Entre ellos se encuentran los que dejaron Caro Quintero, Ernesto Fonseca, Miguel Gallardo Félix o el propio Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, quienes recibieron grandes favores del santo.
Las limosnas que se reciben son cuantiosas y el encargado de la capilla dice que desde 1973, fecha en que ocupó su puesto, se han entregado un promedio de diez mil ataúdes, un millar de sillas de ruedas y otro tanto de juegos de muletas; además de que se les permite a las personas de escasos recursos velar a sus muertos en la capilla. Todo ello, y por supuesto, sin costo alguno.
Y por cierto. Del dichoso compadre que cobró la recompensa, nadie volvió a saber jamás, se fue con todo el dinero de los pobres. Aunque seguramente siguió rezándole a San Malverde su novena por el gran favor recibido.
Malverde es el santo que protege a los narcotraficantes, los ladrones y todos aquellos que se dedican a lo ilícito. Más Jesús Malverde es solo un mito, una leyenda que todos creen al pie de la letra, aunque no hay una sola prueba de su existencia.
Cuentan que fue un bandido generoso que actuaba, más que por maldad, por desacuerdo con la injusta distribución de la riqueza. Por ello robaba a los ricos y poderosos para luego repartirlo entre los más necesitados. Todo un Robin Hood a la mejicana.
A principios del siglo, tuvo un enfrentamiento con el ejército, en tiempos del gobierno de Francisco Cañedo. La batalla fue dura y Malverde resultó gravemente herido, más aún así logró escapar y esconderse sin problema en los escondrijos de la sierra.
Carente de una adecuada atención médica, pronto le llegó la gangrena sobre una de sus piernas, más se negaba a morir. Sabía que día con día se incrementaba el precio por su captura y esperó lo más que pudo, hasta que un determinado día, cuando sentía que su final estaba cerca, le solicitó a uno de sus compadres que lo entregara y cobrara la recompensa, para que luego la repartiera a los pobres.
Malverde fue entregado y la recompensa cobrada. El gobernador dispuso que fuese llevado a la horca y después de ello que lo tiraran como cualquier animal muerto, sin que se permitiera su sepultura.
Infinidad de personas desfilaron por el lugar donde Jesús Malverde fue arrojado y todos los que pasaban le fueron arrojando una piedra. Nadie podía decirles nada, pero al final el pueblo le hizo su tumba con todas aquellas piedras que le arrojaron.
En su actual capilla hay demasiados agradecimientos anónimos, algunos muy sencillos, otros de materiales duraderos y enmarcados en fina madera. Entre ellos se encuentran los que dejaron Caro Quintero, Ernesto Fonseca, Miguel Gallardo Félix o el propio Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, quienes recibieron grandes favores del santo.
Las limosnas que se reciben son cuantiosas y el encargado de la capilla dice que desde 1973, fecha en que ocupó su puesto, se han entregado un promedio de diez mil ataúdes, un millar de sillas de ruedas y otro tanto de juegos de muletas; además de que se les permite a las personas de escasos recursos velar a sus muertos en la capilla. Todo ello, y por supuesto, sin costo alguno.
Y por cierto. Del dichoso compadre que cobró la recompensa, nadie volvió a saber jamás, se fue con todo el dinero de los pobres. Aunque seguramente siguió rezándole a San Malverde su novena por el gran favor recibido.
1 comentario:
como dice el refran:
cada quie es feliz en su propia ignorancia.
Y lo complementa este otro:
el que no conoce a Dios a cualesquier burro se le hinca.
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