domingo, 10 de agosto de 2008

LO INSÓLITO EN LAS OLIMPIADAS

Desde que en 1886, por iniciativa del Barón de Coubertain, compitieron 200 hombres representando a 14 países, hasta las de Atenas 2008, solamente las dos guerras mundiales, 1914 y 1939, han sido capaces de suspender unas olimpiadas.
En los primeros juegos de la era moderna, el griego Aristides Konstan-tini-dis destrozó su bici contra una pared en los 87 km en ruta. Cogió una del público y siguió.Hasta 1908 los ganadores recibían una medalla de plata, los segundos se llevaban una corona de laurel y no había premio para los “terceros”. De todas formas, las medallas que se entregan a los campeones no son de oro, sino de plata bañada en oro.
En París 1920, Rudolf Bauer, lanzó su disco con tanta fuerza que acabó dándole al público en varias ocasiones.
Las primeras mujeres compitieron por primera vez en 1928, y continuó durante algún tiempo la duda sobre si podían aguantar las competencias.
En Ámsterdam, 1928, a la alemana Hilde Schrader se le rompió el traje de baño, que dejó un pecho visible. Le dio tanto pudor que quiso terminar cuanto antes y ganó.
La norteamericana Helen Stephens resultó ganadora en 1936, de la carrera de los 100 metros. Pero el jurado tenía sus dudas de si era hombre o mujer, por su extraña apariencia, así que antes de otorgarle la medalla hicieron que se desnudara y ella aceptó. Llenos de vergüenza los jueces luego le entregaron su medalla.
El nadador Jean Boiteux hizo prometer a su padre, en las olimpiadas de 1952, que le dejaría casarse con su novia si ganaba. Lo logró y su padre se tiró al agua vestido y con boina para felicitarle.
El primer nadador que se rapó para ir más rápido fue el alemán Lampe. Luego subió al podium con peluca.
El remero Vya-cheslav Ivanov, de la URSS, ganó, en 1956, el oro en la modalidad de “skiff”. La emoción le hico lanzar la medalla al aire, pero cayó al agua y no la encontró.
El boxeador Cassius Clay tiró su oro conseguido en 1960 a una alcantarilla porque no le dejaron entrar en un restaurante de Roma.
El judoka nipón Akio Kaminaga, perdió en Tokio 1964 la final ante el holandés Anton Geesnik, y su paisano Suburaya quedó tercero en el maratón. Ambos se suicidaron dos años después avergonzados por decepcionar al Emperador.
El campeón de los pesos pesados en Munich 1972, desayunaba cada día 26 huevos fritos y un filete antes de entrenarse.
El boxeador estadounidense Charles Vinci se pasó de peso para su categoría y tuvo que cortarse el pelo a rapa con el único objetivo de quitarse los gramos que le sobraban para ser admitido.

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