domingo, 21 de septiembre de 2008

JOHN FRUM Y EL CULTO A LOS GRINGOS

Un antiguo profeta de la isla de Tanna, en Vanuatu, logró un gran número de seguidores, prometiendo un futuro de bienes y fortuna. Del cielo llovería la gracia y el bienestar para todos los que creyeran en sus palabras. Y los nativos le creyeron. John Frum sembró la esperanza y sus fieles miraban continuamente el cielo esperando la bendición divina.
Y un día repentinamente se escuchó un inesperado rugido que rompió la habitual tranquilidad de la isla, objetos extraños aparecieron por los aires y de ellos comenzaron a desprenderse enormes cajas llenas de provisiones. Los isleños de inmediato alabaron a su profeta John Frum, porque se estaba cumpliendo al pie de la letra sus palabras.
Los melanesios no conocían los aviones. Así que cuando llegaron los norteamericanos de la Fuerza Aérea a construir su base en la isla, fueron recibidos como auténticos mensajeros de su dios volcánico Kerapenmun, considerado el padre de John Frum. Por supuesto que los gringos jamás los sacaron de su error, al contrario, procuraron sacarle el mayor provecho posible.
La isla de Tanna prosperó con la ocupación norteamericana. Recibieron alimentos a cambio de trabajo, les construyeron caminos y viviendas. Y aquella base de reabastecimiento se convirtió pronto en uno de los sitios más seguros para el ejército norteamericano que combatía en la Segunda Guerra Mundial.
Cuando acabó el conflicto bélico los gringos se marcharon. Los nativos continuaron aferrados a sus creencias, más ahora levantando altares por toda la isla en honor de los invasores y celebrando una fiesta cada 15 de febrero en donde se iza la bandera norteamericana como un símbolo de enorme respeto.
Y llega a tal su devoción que hasta se tatúan en el pecho las letras “U.S.A.” Aun esperan el retorno de su profeta John Frum, aunque tienen la idea de que habrá de llegar en un avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.

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