viernes, 24 de octubre de 2008

DISCAPACITADOS CON CAPACIDAD DE AMAR

Hace algunos años, en unos juegos paraolímpicos para minusválidos en Seattle, nueve contendientes, todos ellos con deficiencias físicas o mentales, se alinearon en el punto de salida para iniciar una carrera de los cien metros planos.
Al sonido de la pistola, todos empezaron a correr, no como unos corredores normales, más sí con el deseo de dar lo mejor de sí, poniendo todo su esfuerzo en la competencia. La gente reunida en el estadio los animaba con una buena cantidad de ovaciones, y todos ellos se sentían sumamente motivados. Pero de pronto, uno de los niños competidores, tropezó y cayó al suelo, para luego romper a llorar.
Los otros niños, al oír el llanto del niño que resbaló, se detuvieron al percatarse de lo sucedido. Entonces, para sorpresa de todos los espectadores, todos los niños regresaron ante su compañero caído. Una niña con el síndrome Down se agachó y besándole le dijo: “Esto te hará sentir bien”, lo ayudaron a levantarse y juntos, abrazados unos con otros, se fueron contentos hacia la meta. Esa vez, todos ganaron.
El público asistente les brindo una estruendosa ovación. Aquella tarde esos niños mostraron al mundo lo que es tener un corazón de oro.

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