Fue el año de 1957 cuando se lanzó al espacio el Sputnik, el primer satélite espacial, y hasta la fecha se han colocado en el espacio entre 6,000 y 7,000 satélites, de los cuales poco menos que la mitad están funcionando. El resto está desactivado, y gira permanentemente en una órbita alrededor de la tierra, pasando a formar parte de la chatarra espacial. Muchos de ellos de despedazan por múltiples razones, convirtiéndose en miles de fragmentos que peligrosamente giran alrededor de la tierra. Se encuentran a una altura aproximada de 500 a 600 kilómetros de nuestro planeta, convirtiéndose en un auténtico dolor de cabeza para el buen desempeño de los satélites espaciales que cumplen con valiosas misiones.
La chatarra es producto mayormente de la explosión de unos 180 cohetes y satélites en los últimos 40 años, a las que se suman motores consumidos de cohetes y herramientas perdidas por astronautas durante misiones espaciales. Según la Naza, hay aproximadamente 8,000 objetos mayores de 10 centímetros, unos 100,000 fragmentos de entre 1 y 10 centímetros y decenas de millones de partículas menores de un centímetro. O sea que estamos hablando de que alrededor de la órbita terrestre hay un auténtico chatarral de gran peligrosidad.
En algunas ocasiones parte de esa chatarra se precipita a tierra, y por la fuerza de la enorme velocidad alcanzada en su precipitación, se incendian, presentándose ante nuestra vista como si fueran estrellas fugases, pero nada más lejano a la realidad. Por fortuna prácticamente todos los fragmentos de chatarra que se precipitan, se desintegran antes de tocar la tierra, por lo cual la probabilidad de que un pedazo de chatarra caiga sobre una persona es de una en un trillón.
El 24 de julio del año pasado, unos agricultores del norte de Brazil, miraron caer una gran bola de fuego cerca de donde se encontraban. El suceso les provocó un enorme susto. Lo primero que pensaron fue que se trataba de un OVNI, pero al acercarse al lugar descubrieron que tan solo era un bloque de chatarra caído del espacio. Se trataba de una esfera de 30 kilos y 50 centímetros de diámero, uno de los tanques de combustible del cohete Delta II, como despúes se logró saber.
En una zona rural de Argentina de la provincia de Corrientes, el 21 de enero del 2004 también se precipitó a tierra un objeto metálico de grandes dimensiones. La chatarra espacial ingresó como una gran bola de fuego a 400 metros de una casa en el campo. La Comisión Nacional de Actividades Espaciales, emitió desde Buenos Aires un comunicado de prensa, informando que según consultas efectuadas con la NASA, el objeto era la cubierta del motor de la tercera fase de un cohete Detla II lanzado en 1983 desde Cabo Cañaveral.
La abuelita Otelma Pollini ya estaba dormida en su casa de Quinteros en La Playa, Argentina, cuando de pronto sintió una gran explosión cerca de su casa. Miró por la ventana y descubrió un objeto tirado en su jardín. Como la mujer ya es una anciana enferma con grandes dificultades para caminar, no pudo salir de la casa para ver de que se trataba. Al día siguiente le habló a uno de sus nietos para que fuera a ver aquella cosa caída del cielo. Su nieto, al escuchar la historia, consideró que la abuela ya estaba deschavetándose de la cabeza, pero tanto insistió, que no tuvo más remedio que ir a ver de que se trataba. Al llegar al jardín de la abuela, vio, que en efecto, había un artefacto extraño ahí tirado. Se acercó y lo levantó y para su sorpresa, aún se podía leer en aquél fragmento la palabra NASA.
Este tipo de situaciones se han presentado en diversas ocasiones y en muy diversas partes del mundo. Porque es tanta la basura que los hombres han depositado en el espacio, que cae y seguirá cayendo por cientos y quizás miles de años a la tierra si no se hace algo al respecto.
Lo más grave de todo esto, es que toda esa chatarra que anda flotando en el espacio, puede chocar con alguna nave espacial a velocidades muy altas llamadas hipervelocidades. Hablamos de una velocidad promedio del orden de los 10 kilómetros por segundo, una velocidad que multiplica por 12 a la de una bala común y corriente.
Esta chatarra es un peligro constante para los satélites en operación y para los nuevos lanzamientos ya que hasta un impacto de una hojuela de pintura causa graves daños.
Una pequeña partícula, un pequeño tornillo, viajando a una velocidad superior a la de cualquier disparo, es un proyectil que si impacta sobre otro satélite puede llegar a destruirlo. En particular podemos llegar a decir que si un pedazo de chatarra de unos 10 centímetros o de ese orden, colisiona contra un satélite lo destruye totalmente”.
La marca más pequeña de una regla es de 1mm., una cáscara de pintura que medía la quinta parte de un milímetro hizo un cráter de 4mm en una ventana del trasbordador espacial.
De hecho, en 1999 la Estación Espacial Internacional, tripulada por humanos que se mueve por el espacio permanentemente, estuvo a punto de perderse en el espacio. Rusos, estadounidenses, chinos y europeos, se estuvieron echando la culpa unos a otros, mientras desde Moscú y Houston intentaban evitar la colisión con un viejo cohete ruso desechado. Finalmente el choque se evitó.Otro dato curioso: desde 1981, se tuvo que cambiar más de 60 ventanillas de los transbordadores espaciales, que salen alrededor de 40.000 dólares cada una, por los impactos que reciben en el espacio de pequeños fragmentos de basura espacial.
En 1981, el satélite soviético Cosmos 1275 explotó después de chocar con un fragmento de cohete. En 1997, el satélite francés Cerise empezó a dar tumbos por el espacio después de impactar con un fragmento del Arianne. En ese mismo choque, una tuerca perforó uno de los paneles que alimentaban al Hubble, el telescopio que abrió una nueva era para la Astrofísica al permitir observar el espacio sin las interferencias atmosféricas.
En 1982, una de ellas perforó el casco de la estación espacial Salyut. En junio de 1996 una sección del cohete Pegaso se rompió; este accidente provocó 700 objetos mayores a 10 cm. y 300,000 con tamaños entre 4mm y 10 cm.
En marzo del año 2000 un cohete experimental chino explotó luego de haberse estrellado con los restos de un viejo cohete estadounidense, que circulaba desde hace 31 años
Tornillos, tanques de nafta, pedazos de satélites o, incluso, un guante que perdió el astronauta Edgard White en 1965, mismo que se ha convertido, según la opinión de los expertos, en un objeto peligrosísimo, ya que viaja a una velocidad de 28,000 kilómetros por hora. Siendo de esta forma capaz de provocar un grave daño a cualquier nace espacial.
Se dice que la Tierra se convertirá en el quinto planeta del Sistema Solar en tener su propio anillo. Claro, un anillo de naturaleza muy diferente y mucho más peligroso. Un anillo de chatarra, formado por millones de diminutas partículas de restos de cohetes y satélites.
La chatarra es producto mayormente de la explosión de unos 180 cohetes y satélites en los últimos 40 años, a las que se suman motores consumidos de cohetes y herramientas perdidas por astronautas durante misiones espaciales. Según la Naza, hay aproximadamente 8,000 objetos mayores de 10 centímetros, unos 100,000 fragmentos de entre 1 y 10 centímetros y decenas de millones de partículas menores de un centímetro. O sea que estamos hablando de que alrededor de la órbita terrestre hay un auténtico chatarral de gran peligrosidad.
En algunas ocasiones parte de esa chatarra se precipita a tierra, y por la fuerza de la enorme velocidad alcanzada en su precipitación, se incendian, presentándose ante nuestra vista como si fueran estrellas fugases, pero nada más lejano a la realidad. Por fortuna prácticamente todos los fragmentos de chatarra que se precipitan, se desintegran antes de tocar la tierra, por lo cual la probabilidad de que un pedazo de chatarra caiga sobre una persona es de una en un trillón.
El 24 de julio del año pasado, unos agricultores del norte de Brazil, miraron caer una gran bola de fuego cerca de donde se encontraban. El suceso les provocó un enorme susto. Lo primero que pensaron fue que se trataba de un OVNI, pero al acercarse al lugar descubrieron que tan solo era un bloque de chatarra caído del espacio. Se trataba de una esfera de 30 kilos y 50 centímetros de diámero, uno de los tanques de combustible del cohete Delta II, como despúes se logró saber.
En una zona rural de Argentina de la provincia de Corrientes, el 21 de enero del 2004 también se precipitó a tierra un objeto metálico de grandes dimensiones. La chatarra espacial ingresó como una gran bola de fuego a 400 metros de una casa en el campo. La Comisión Nacional de Actividades Espaciales, emitió desde Buenos Aires un comunicado de prensa, informando que según consultas efectuadas con la NASA, el objeto era la cubierta del motor de la tercera fase de un cohete Detla II lanzado en 1983 desde Cabo Cañaveral.
La abuelita Otelma Pollini ya estaba dormida en su casa de Quinteros en La Playa, Argentina, cuando de pronto sintió una gran explosión cerca de su casa. Miró por la ventana y descubrió un objeto tirado en su jardín. Como la mujer ya es una anciana enferma con grandes dificultades para caminar, no pudo salir de la casa para ver de que se trataba. Al día siguiente le habló a uno de sus nietos para que fuera a ver aquella cosa caída del cielo. Su nieto, al escuchar la historia, consideró que la abuela ya estaba deschavetándose de la cabeza, pero tanto insistió, que no tuvo más remedio que ir a ver de que se trataba. Al llegar al jardín de la abuela, vio, que en efecto, había un artefacto extraño ahí tirado. Se acercó y lo levantó y para su sorpresa, aún se podía leer en aquél fragmento la palabra NASA.
Este tipo de situaciones se han presentado en diversas ocasiones y en muy diversas partes del mundo. Porque es tanta la basura que los hombres han depositado en el espacio, que cae y seguirá cayendo por cientos y quizás miles de años a la tierra si no se hace algo al respecto.
Lo más grave de todo esto, es que toda esa chatarra que anda flotando en el espacio, puede chocar con alguna nave espacial a velocidades muy altas llamadas hipervelocidades. Hablamos de una velocidad promedio del orden de los 10 kilómetros por segundo, una velocidad que multiplica por 12 a la de una bala común y corriente.
Esta chatarra es un peligro constante para los satélites en operación y para los nuevos lanzamientos ya que hasta un impacto de una hojuela de pintura causa graves daños.
Una pequeña partícula, un pequeño tornillo, viajando a una velocidad superior a la de cualquier disparo, es un proyectil que si impacta sobre otro satélite puede llegar a destruirlo. En particular podemos llegar a decir que si un pedazo de chatarra de unos 10 centímetros o de ese orden, colisiona contra un satélite lo destruye totalmente”.
La marca más pequeña de una regla es de 1mm., una cáscara de pintura que medía la quinta parte de un milímetro hizo un cráter de 4mm en una ventana del trasbordador espacial.
De hecho, en 1999 la Estación Espacial Internacional, tripulada por humanos que se mueve por el espacio permanentemente, estuvo a punto de perderse en el espacio. Rusos, estadounidenses, chinos y europeos, se estuvieron echando la culpa unos a otros, mientras desde Moscú y Houston intentaban evitar la colisión con un viejo cohete ruso desechado. Finalmente el choque se evitó.Otro dato curioso: desde 1981, se tuvo que cambiar más de 60 ventanillas de los transbordadores espaciales, que salen alrededor de 40.000 dólares cada una, por los impactos que reciben en el espacio de pequeños fragmentos de basura espacial.
En 1981, el satélite soviético Cosmos 1275 explotó después de chocar con un fragmento de cohete. En 1997, el satélite francés Cerise empezó a dar tumbos por el espacio después de impactar con un fragmento del Arianne. En ese mismo choque, una tuerca perforó uno de los paneles que alimentaban al Hubble, el telescopio que abrió una nueva era para la Astrofísica al permitir observar el espacio sin las interferencias atmosféricas.
En 1982, una de ellas perforó el casco de la estación espacial Salyut. En junio de 1996 una sección del cohete Pegaso se rompió; este accidente provocó 700 objetos mayores a 10 cm. y 300,000 con tamaños entre 4mm y 10 cm.
En marzo del año 2000 un cohete experimental chino explotó luego de haberse estrellado con los restos de un viejo cohete estadounidense, que circulaba desde hace 31 años
Tornillos, tanques de nafta, pedazos de satélites o, incluso, un guante que perdió el astronauta Edgard White en 1965, mismo que se ha convertido, según la opinión de los expertos, en un objeto peligrosísimo, ya que viaja a una velocidad de 28,000 kilómetros por hora. Siendo de esta forma capaz de provocar un grave daño a cualquier nace espacial.
Se dice que la Tierra se convertirá en el quinto planeta del Sistema Solar en tener su propio anillo. Claro, un anillo de naturaleza muy diferente y mucho más peligroso. Un anillo de chatarra, formado por millones de diminutas partículas de restos de cohetes y satélites.
1 comentario:
Resulta totalmente aberrante utilizar el espacio de este blog serio para promocionar un blog totalmente insustancial como el "ya vienen" Ya estuve en él y les recomiendo que no pierdan su tiempo visitándolo. Sería recomendable que los señores del "ya vienen" buscaran otros medios para hacerse publicidad.
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