Por todo el mundo anda como judío errante un pueblo al que se le ha dado en llamar “gitano”. Aunque reciben muchos otros nombres, según el país y la región.
Los gitanos son originarios del Punjab y Sinth, dos regiones de la India, que en el siglo IX fueron atacadas por los musulmanes, provocando la huída de sus habitantes hacia el oeste. Posteriormente, en el siglo XIII, los gitanos salieron definitivamente de su país ante la llegada del ejército mongol. Y desde entonces, no han tenido un lugar en el mundo. Andan de aquí para allá sin tener techo propio.
Los hay en el medio oriente, en muchas regiones de Africa; al igual que en toda Europa y América. Y como hace tantos siglos que se dispersaron, en la actualidad conservan muy pocos rasgos culturales o religiosos que los unan. Forman pequeños grupos por regiones, que se van desplazando como pueblos ambulantes, y cada grupo tiene sus propias creencias e ideologías, mismas que siempre se han visto influidas por las creencias de las regiones donde se mueven.
En México es común verlos desplazándose en camiones de gran colorido, cada uno de los cuales es una auténtica casa rodante. Arreglados con telas y montones de cachivaches a la usanza oriental. Aunque en tiempos más remotos viajaban en caravanas de carros o carretas, montados a caballo, burros o camellos, según fuera la región.
Sus oficios para mantenerse han sido de lo más variado que podamos imaginar. Siempre dentro de la informalidad. Han sido vendedores de telas, zapatos, utensilios de cocina o artesanías. O también se le conoció ampliamente con sus espectáculos, donde cantaban, bailaban o presentaban algún número con animales. También, y sobre todo en México, donde son llamados por muchos “húngaros”, se han dedicado a pasar películas viejas de rancho en rancho, con unos proyectores que parecen haber sido sacados del museo.
Y por supuesto que la forma más común de apoyarse económicamente es a través de sus mujeres, quienes recorren las calles buscando “güeros” para leerles la suerte.
En cuanto a sus costumbres hay que resaltar la de sus matrimonios. Más que relaciones de noviazgos, son acuerdos que se dan entre las familias.
Siendo un pueblo con demasiadas limitaciones, desde que son niños se concretan las alianzas, consumándose los matrimonios cuando los novios llegan a la adolescencia.
Todo gitano tiene la obligación de conseguir dinero o alimentos para ponerlos a disposición de su familia. Lo que logran juntar aquí y allá lo entregan a la cabeza de la familia, que casi siempre es la “abuela” y ella se encarga de distribuirlo de la manera más conveniente.
Los gitanos han tenido la mala fama de ladrones, más su punto de vista es totalmente diferente al nuestro, ya que según su filosofía todo lo que existe es para el placer y deleite de la humanidad. Por lo cual ellos no tienen ningún problema en tomar cualquier cosa que esté al alcance de su mano y pueda satisfacer sus necesidades o su deleite. Aunque esto sea propiedad de otra persona.
Sobre su religión y creencias, los que viven en el medio oriente creen en Alá, y los que viven en Europa y América son cristianos, aunque sus creencias están condimentadas con demasiadas supersticiones, que han terminado por extinguir sus creencias originales. Creen en espíritus lagartos y serpientes capaces de dañar a los seres humanos. También creen en el “mal de ojo” o el poder que ciertas personas tienen para sanar a los enfermos a través de rituales u oraciones.
Tienen la creencia que cuando nace una niña con un lunar está predestinada a ser sabia. La llaman Shuvani y durante su crecimiento es educada por las ancianas Shuvani. Mientras que su madre es muy respetada por haber dado a luz a un ser distinguida por el altísimo. Las mujeres Shuvani son sumamente respetadas y se les atribuyen poderes totalmente fuera de lo normal.
Existen entre los gitanos múltiples creencias sobre los espíritus de la tierra, el agua, el aire, el bosque y el campo. Los espíritus del aire se deleitan causando daño a los hombres y disfrutan haciéndoles travesuras. En cambio los espíritus de la tierra, son nobles y amistosos, incluso son excelentes consejeros. Pero los espíritus del agua son muy inestables, a veces ayudan y si están de mal genio pueden provocar daño.
A los gitanos no les ha sido fácil su vida nómada. En el siglo XV se les llegó a considerar brujos o hechiceros. Y ellos fomentaron esta creencia, misma que les sirvió para ganarse la vida, haciendo creer a la gente que tenían poderes mágicos y eran expertos en ciencias ocultas. Aunque, como es lógico, esto les resultó contraproducente en muchas ocasiones y fueron víctimas de maltratos y vejaciones en algunas comunidades a donde llegaban. Se les apedreaba por considerar que tenían pacto con el demonio.
Cuando hay un agonizante entre los gitanos, lo bañan con agua salada y lo visten con ropas nuevas. Así consideran que está bien preparado para el viaje final. Y mientras llega el fatal desenlace, ellos se comportan con toda normalidad, como si nada sucediera, más en cuanto la persona fallece, en ese momento se inician los desgarradores lamentos y los llantos, mostrando una enorme tristeza por el familiar o miembro de su comunidad que ha partido.
Esto dura varias horas, luego los gritos, llantos y lamentos dan paso a los cantos de resignación y gozo. Al colocar al muerto en su ataúd se agregan sus joyas y algunas monedas de oro. Muchas veces también incluyen algunas de sus pertenencias favoritas.
Proceden a bañar luego el ataúd con cerveza o ron, acción que vuelven a repetir sobre la tumba. Al bajar el féretro vuelven los cantos o tocan en sus instrumentos canciones muy antiguas que han pasado de generación en generación.
El entierro lo realizan en algún lugar desolado, lejos totalmente de cualquier población. Y sobre la tumba plantan algún arbusto para que son su raíces haya cierta protección contra los animales.
Los gitanos son originarios del Punjab y Sinth, dos regiones de la India, que en el siglo IX fueron atacadas por los musulmanes, provocando la huída de sus habitantes hacia el oeste. Posteriormente, en el siglo XIII, los gitanos salieron definitivamente de su país ante la llegada del ejército mongol. Y desde entonces, no han tenido un lugar en el mundo. Andan de aquí para allá sin tener techo propio.
Los hay en el medio oriente, en muchas regiones de Africa; al igual que en toda Europa y América. Y como hace tantos siglos que se dispersaron, en la actualidad conservan muy pocos rasgos culturales o religiosos que los unan. Forman pequeños grupos por regiones, que se van desplazando como pueblos ambulantes, y cada grupo tiene sus propias creencias e ideologías, mismas que siempre se han visto influidas por las creencias de las regiones donde se mueven.
En México es común verlos desplazándose en camiones de gran colorido, cada uno de los cuales es una auténtica casa rodante. Arreglados con telas y montones de cachivaches a la usanza oriental. Aunque en tiempos más remotos viajaban en caravanas de carros o carretas, montados a caballo, burros o camellos, según fuera la región.
Sus oficios para mantenerse han sido de lo más variado que podamos imaginar. Siempre dentro de la informalidad. Han sido vendedores de telas, zapatos, utensilios de cocina o artesanías. O también se le conoció ampliamente con sus espectáculos, donde cantaban, bailaban o presentaban algún número con animales. También, y sobre todo en México, donde son llamados por muchos “húngaros”, se han dedicado a pasar películas viejas de rancho en rancho, con unos proyectores que parecen haber sido sacados del museo.
Y por supuesto que la forma más común de apoyarse económicamente es a través de sus mujeres, quienes recorren las calles buscando “güeros” para leerles la suerte.
En cuanto a sus costumbres hay que resaltar la de sus matrimonios. Más que relaciones de noviazgos, son acuerdos que se dan entre las familias.
Siendo un pueblo con demasiadas limitaciones, desde que son niños se concretan las alianzas, consumándose los matrimonios cuando los novios llegan a la adolescencia.
Todo gitano tiene la obligación de conseguir dinero o alimentos para ponerlos a disposición de su familia. Lo que logran juntar aquí y allá lo entregan a la cabeza de la familia, que casi siempre es la “abuela” y ella se encarga de distribuirlo de la manera más conveniente.
Los gitanos han tenido la mala fama de ladrones, más su punto de vista es totalmente diferente al nuestro, ya que según su filosofía todo lo que existe es para el placer y deleite de la humanidad. Por lo cual ellos no tienen ningún problema en tomar cualquier cosa que esté al alcance de su mano y pueda satisfacer sus necesidades o su deleite. Aunque esto sea propiedad de otra persona.
Sobre su religión y creencias, los que viven en el medio oriente creen en Alá, y los que viven en Europa y América son cristianos, aunque sus creencias están condimentadas con demasiadas supersticiones, que han terminado por extinguir sus creencias originales. Creen en espíritus lagartos y serpientes capaces de dañar a los seres humanos. También creen en el “mal de ojo” o el poder que ciertas personas tienen para sanar a los enfermos a través de rituales u oraciones.
Tienen la creencia que cuando nace una niña con un lunar está predestinada a ser sabia. La llaman Shuvani y durante su crecimiento es educada por las ancianas Shuvani. Mientras que su madre es muy respetada por haber dado a luz a un ser distinguida por el altísimo. Las mujeres Shuvani son sumamente respetadas y se les atribuyen poderes totalmente fuera de lo normal.
Existen entre los gitanos múltiples creencias sobre los espíritus de la tierra, el agua, el aire, el bosque y el campo. Los espíritus del aire se deleitan causando daño a los hombres y disfrutan haciéndoles travesuras. En cambio los espíritus de la tierra, son nobles y amistosos, incluso son excelentes consejeros. Pero los espíritus del agua son muy inestables, a veces ayudan y si están de mal genio pueden provocar daño.
A los gitanos no les ha sido fácil su vida nómada. En el siglo XV se les llegó a considerar brujos o hechiceros. Y ellos fomentaron esta creencia, misma que les sirvió para ganarse la vida, haciendo creer a la gente que tenían poderes mágicos y eran expertos en ciencias ocultas. Aunque, como es lógico, esto les resultó contraproducente en muchas ocasiones y fueron víctimas de maltratos y vejaciones en algunas comunidades a donde llegaban. Se les apedreaba por considerar que tenían pacto con el demonio.
Cuando hay un agonizante entre los gitanos, lo bañan con agua salada y lo visten con ropas nuevas. Así consideran que está bien preparado para el viaje final. Y mientras llega el fatal desenlace, ellos se comportan con toda normalidad, como si nada sucediera, más en cuanto la persona fallece, en ese momento se inician los desgarradores lamentos y los llantos, mostrando una enorme tristeza por el familiar o miembro de su comunidad que ha partido.
Esto dura varias horas, luego los gritos, llantos y lamentos dan paso a los cantos de resignación y gozo. Al colocar al muerto en su ataúd se agregan sus joyas y algunas monedas de oro. Muchas veces también incluyen algunas de sus pertenencias favoritas.
Proceden a bañar luego el ataúd con cerveza o ron, acción que vuelven a repetir sobre la tumba. Al bajar el féretro vuelven los cantos o tocan en sus instrumentos canciones muy antiguas que han pasado de generación en generación.
El entierro lo realizan en algún lugar desolado, lejos totalmente de cualquier población. Y sobre la tumba plantan algún arbusto para que son su raíces haya cierta protección contra los animales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario