miércoles, 29 de octubre de 2008

OSCAR WILDE

Por nombre le pusieron Oscar, porque era niño, pero desde pequeño lo vistieron de niña. No era esto un suceso aislado y extraño, sino una costumbre de la época, como consecuencia de la pena que sus padres tenían por una niña que se les murió poco antes de que naciera Oscar.
Quizás fue por esto, o vaya usted a saber, pero Oscar Wilde pareció tener su destino perfectamente delineado desde su infancia.
Nació en Dublín, Irlanda, un 16 de octubre de 1854. Su padre era un científico y médico destacado, especialista en el oído, quien hoy en día es considerado el padre de la otología moderna; y además fue escritor de libros sobre arqueología y folklore. Su madre era escritora, feminista y activista política, mujer culta y extravagante, con una gran afición a escribir poemas y especialista en cultura celta.
En el colegio, Oscar, fue objeto de burlas y desprecios de sus compañeros. Hizo pocos amigos, porque era demasiado retraído. No le agradaban los deportes y mientras los demás niños jugaban, el se acomodaba en algún rincón a leer alguna obra de los escritores clásicos. Por ello se ganó el mote de “Cuervo Gris”.
De joven participó en las reuniones literarias que organizaba su madre, y a las cuales asistía la crema y nata de la alta sociedad. Ahí Oscar mostró su gran temperamento e imaginación, rasgos heredados de su madre, quien le heredó muchas otras cualidades de su carácter.
En la calle el joven Oscar Wilde era muy bien conocido. Cobró enorme notoriedad con su personalidad excesivamente refinada y su vestimenta fuera de lo común. Vestía pantalones de montar de terciopelo, flores en la solapa del saco y llevaba el pelo largo, aunque bien arreglado. Era de conversación brillante y agresiva; haciéndo sentir inferiores a todos con su carácter decidido y su aguda inteligencia.
Le gustaba comprar objetos de arte y decorativos, como girasoles, plumas de pavo real y porcelanas chinas. Un tipo demasiado excéntrico y refinado para su época.
Fue premiado con medalla de oro en el Trinity (Colech) Collage por sus conocimientos de griego clásico cuando contaba con tan solo 20 años. Y además recibió una beca para estudiar en la Universidad de Oxford, donde destacó en el estudio de los clásicos y ganó un premio por uno de sus poemas.
A la muerte de su padre, apenas le fue entregada su herencia, Oscar Wilde, decidió invertirla en un viaje por Italia y Grecia, lugares que anhelaba conocer por el enorme significado cultural que estos países representan. A su regreso a Londres comenzó a escribir poemas, los cuales fueron publicados por varios periódicos y revistas, mismos que posteriormente dieron forma a su primer libro.
En 1882 emprendió un viaje a los Estados Unidos donde ofreció, con enorme éxito, una serie de conferencias sobre su filosofía estética. Los altos círculos sociales de Norteamérica se rindieron ante aquél joven brillante de modales refinados y ropajes cursis y remilgados.
A su regreso a Europa, universidades y centros culturales le acogieron efusivamente en sus recintos. Fue toda una gran figura en Francia y Londres. La transgresión de las austeras normas imperantes de la época fue una constante en su vida.
Dirigió una revista para mujeres, escribió poemas, libros y obras de teatro que lo convirtieron en una de las más grandes figuras de la literatura surgidas en Europa.
Cuando tenía 30 años casó con una hermosa y encantadora mujer llamada Constance Lloyd, hija de un rico abogado de Dublín, con la que tuvo dos hijos varones. Vivieron con ciertas privaciones económicas, hasta que Oscar empezó a ganar mucho dinero con sus obras. Desgraciadamente Oscar se aburrió de su matrimonio, porque no encajaba con su estilo de vida, y la relación terminó en un gran fracaso.
Para sus hijos escribió algunos cuentos infantiles. Narraciones tristes, sensibles y aleccionadoras, pero siempre predomina en ellos la crítica social y la sutil ironía.
Después vinieron sus relatos “El crimen de Lord Artur Saville”, “El ruiseñor y la rosa”, “El fantasma de Canterville” y su famosa novela “El retrato de Dorian Gray”, una historia sobre la decadencia y corrupción del protagonista. Este último trabajo fue duramente atacado por los críticos y tacharon a Wilde de inmoral.
El éxito se convirtió en su gran aliado. Sus libros encantaban y sus obras teatrales generaban gran expectativa en toda Europa. Toulose-Lautrec le hizo un retrato, Richard Strauss compuso una ópera basada en la obra “Salomé” de Wilde… los aplausos y reconocimientos surgían para él en todas partes.
Más un día surgieron los problemas. Oscar Wilde entabló un juicio por injurias en contra del Marqués de Queensberry. Aquello se volvió un escándalo debido a que el escritor se encontraba en la cima de su carrera y al ser sumamente conocido, toda la sociedad siguió paso a paso los acontecimientos.
El proceso se complicó y el juicio se volvió en su contra. El Marqués lo acusó de sodomía, provocando un escándalo de enormes proporciones. Oscar Wilde había mantenido una relación homosexual con el hijo del Marqués y éste no perdió la oportunidad para desquitarse del escritor, por lo cual Wilde fue declarado culpable de sodomía y condenado a dos años de trabajos forzados.
En cuanto el escritor y poeta fue recluído en prisión, sus acreedores tomaron sus propiedades y las remataron para cubrir los adeudos. Perdió sus amigos, su familia, su reputación y fortuna. Su homosexualidad y sus ideas socialistas terminaron por conseguirle el rechazo de aquella sociedad que tanto lo aclamó.
Ciertamente hubo numerosas peticiones de clemencia efectuadas por algunos sectores progresistas y desde ciertos sectores literarios de Europa, más las peticiones fueron ignoradas.
Oscar Wilde escribió algunas de sus obras más importantes en la prisión, como “La balada de la cárcel de Reading”, en la que relató la dureza de la vida en prisión y la desesperación de los presos, pero al salir de prisión estaba totalmente arruinado, tanto material como espiritualmente.
Se fue a vivir a París, donde vivió en un pobre cuarto de hotel, contando con el fiel apoyo de algunos de sus más fieles seguidores y amigos, aunque permaneciendo en una absoluta pobreza.
Más aquella desastrosa etapa en prisión le afectó demasiado. Dos años después, el 30 de noviembre de 1900, a los 46 años, Oscar Wilde murió de meningitis. Y así terminó la vida del poeta, dramaturgo, novelista, crítico literario y ensayista irlandés, Oscar Wilde, uno de los escritores más brillantes de la literatura universal.

No hay comentarios: