sábado, 15 de noviembre de 2008

CATALEPSIA (ENTERRADO VIVO)

El pasado mes de junio, en el condado de Tengxian, una región de, distrito de Guanxi, en China, murió Liang Jinshi, un hombre diabético de 40 años. El sábado, se realizaron todos los ritos funerarios y el domingo, a hora temprana el cuerpo de aquél hombre fue sepultado.
Para su esposa, la muerte de Liang fue demasiado dolorosa, una pérdida irreparable y difícil de aceptar. Sencillamente sentía que no podía vivir sin su esposo, así que tres horas después de haber sepultado a su marido, la mujer volvió ante la tumba y se sentó ahí a llorar su pena.
Y de pronto escuchó la voz de su marido. Pero no era la voz de su espíritu que venía a reconfortarla, sino un grito desesperado que surgía desde el fondo de la tierra. La mujer sintió que la piel se le erizaba, más de pronto su rostro se iluminó dándose cuenta que su esposo Liang había sido enterrado vivo. De inmediato corrió a buscar ayuda, y un poco después Liang Jinshi volvía de la tumba para integrarse al mundo de los vivos.
La catalepsia aparece como consecuencia de algunas formas de esquizofrenia, o por alteraciones del sistema nervioso. Está relacionada con una serie de enfermedades que abarca la depresión, la epilepsia, un shock o un severo trauma emocional. Es un estado nervioso patológico en el que el organismo suspende las sensaciones, inmovilizándose el cuerpo en cualquier postura. Por otra parte quien presenta este estado no responde a los estímulos, y el pulso y la respiración se vuelven tan lentos que ni siquiera se les logra detectar. El sujeto adquiere un semblante de palidez especial, debida a una vasoconstricción de los vasos y capilares de la cara. Curiosamente comienza a transpirar un olor cadavérico. La vivacidad de la mirada desaparece, presentándose la apariencia de un auténtico cadáver. A pesar del uso del osciloscopio, se dice que muchas veces se certifica la muerte clínica del paciente, y entonces… puede ser enterrado vivo.
Pero usted no se apure, ya es posible evitar esta macabra experiencia, o al menos corregirla a tiempo. Todo se puede resolver con una nueva línea de ataúdes dotados de un sensor de movimientos, para que apenas se mueva el cuerpo del enterrado, se active una alarma y permita detectar la emergencia.
Otra forma, más ordinaria y menos costosa es colocarle en la mano al difunto un teléfono celular activado, así que si el muerto resucita, le será posible hacer una llamada a sus familiares quienes a la carrera irán con las palas a desenterrarlo.

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