martes, 11 de noviembre de 2008

DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA

Dicen que fue bautizado con el nombre de José Miguel Gregorio Ignacio. Que era demasiado inteligente y además tuvo la fortuna de tener muy buenos maestros quienes no solo le impartieron conocimientos académicos, sino que lo enseñaron a pensar.
Era muy aplicado en sus estudios y por eso sus compañeros le apodaron “el zorro”; y además, deseando incrementar sus conocimientos, aprendió a hablar francés e italiano, (posteriormente aprendió el latín y algunas lenguas indígenas, como el otomí, el tarasco y el mexicano) Todo esto le hizo convertirse en un alumno muy sobresaliente, al grado que pronto fue comisionado para impartir varias cátedras y al final llegó a ocupar el rango de Rector del Colegio. Todo esto en la ciudad de Valladolid, hoy conocida como Morelia.
José Miguel, había nacido en un rancho, su padre era administrador de una hacienda y tenía tres hermanos. Como era criollo, hijo de españoles radicados en México, solo tenía dos caminos en su futuro: servir al rey en la milicia o convertirse en sacerdote, y como el sacerdocio le permitía acercarse mejor al conocimiento, optó por realizar los estudios pertinentes en la Ciudad de México.
Después de su ordenación, el año de 1778, desempeño su labor pastoral en varias parroquias, hasta que e la muerte de su hermano Joaquín, en 1803, lo sustituyó como cura de Dolores, en Guanajuato. Además de los oficios propios de su ministerio, José Miguel era maestro en la escuela parroquial. Le encantaba atender a los niños, pero también le gustaba mucho tratar con la gente adulta.
Su espíritu siempre emprendedor, le llevó a instalar varios talleres de artesanía e industria, además, y con la ayuda de sus feligreses, mandó excavar una noria y plantó vides y moreras, con el fin de iniciar la cría del gusano de seda. Hasta la fecha, aún se mantienen en pie 84 árboles plantados por él.
Esta labor iba encaminada a elevar el nivel de vida de los habitantes de Dolores y puntos de vista. Sabía que si les enseñaba un oficio, esas pobres gentes lograrían salir adelante resolviendo de alguna forma sus necesidades económicas. Así que se entregaba con pasión a ello. Era un auténtico apóstol de las labores sociales. Con todo ello no le fue difícil ganarse el respeto y aprecio de sus feligreses, los cuales creían ciegamente en él.
El tiempo que le quedaba libre, lo dedicaba a instruirse, leyendo a La Fontaine, Moliere y Demóstenes, entre otros, Amaba las artes, practicaba la música y la literatura. Sentía un gran entusiasmo por la filosofía y esto le condujo a una forma de pensar muy liberal, si tomamos en cuenta la forma tan estrecha de pensar de muchos de sus contemporáneos.
José Miguel, a quien todos conocen como el cura Miguel Hidalgo, no estuvo excento de problemas. Por ahí se filtró la información de que tenía relaciones amorosas con una mujer llamada Manuela Ramos Pichardo, con quien procreó cinco hijos: Agustina, Mariano Lino, a los cuales reconoció abiertamente y jamás negó los hechos ante sus superiores. Y aunque parezca extraño, no se tomaron medidas en su contra. Todo aquello no pasó de una buena reprimenda. En uno de los grupos teatrales que formó conoció a doña Josefa Quintana, con la que tuvo otras dos hijas, Micaela y Josefa. Además de que su conducta dejaba mucho que desear ante los ojos de sus superiores, ya que le gustaba el juego de la baraja y sentía enorme debilidad por las mujeres.
A Doña Josefa y sus hijas, las instaló en una casa ubicada a menos de 50 metros de donde él vivía. Y muchos de dieron cuenta de este asunto, así que los chismes iban y venían, pero al cura Hidalgo parecían no importarle en lo absoluto.
Pero eso no fue lo único, en cierta ocasión Miguel Hidalgo fue acusado de herejía ante la Inquisición por una serie de comentarios realizados respecto a que la Biblia debería estudiarse con libertad y sin restricciones. Pero al final la Inquisición simplemente pasó la queja a una gaveta de su archivo sin actuar en su contra.

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