jueves, 13 de noviembre de 2008

LA ESTRATEGIA JAPONESA

El 4 de noviembre de 1944, dentro de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, un buque de la Armada de los Estados Unidos halló, flotando en el océano, cerca de las cosas americanas del Pacífico, un gran trozo de tela hecha jirones. Al intentar subirla a bordo, se percataron que llevaba atada una carga considerable de peso, más una torpeza en las maniobras hicieron que la misteriosa carga se precipitara hacia el fondo del mar.
Como los restos del globo traían inscripciones japonesas de inmediato se dio aviso a los mandos norteamericanos, quienes creyeron que los japoneses estaban utilizando una nueva forma de ataque y era necesario investigar en que consistía. Dos semanas después encontraron, también en el mar, los restos de otro globo, y días después un tercero semiquemado se descubrió en Montana.
Con los restos de aquellos globos los norteamericanos se dieron cuenta que la táctica de los japoneses consistía en bombardear el territorio norteamericano con cargas explosivas trasportadas por globos. Y la alarma cundió en los altos mandos al encontrarse aproximadamente doscientos globos destrozados en el noroeste del Pacífico y en el oeste de Canadá. A estos se sumaron otros setenta y cinco encontrados en otras regiones o sacados de las aguas del océano. Además fueron vistas una buena cantidad de explosiones en los cielos nocturnos. Los fogonazos divisados por la noche, evidenciaban que más de cien de aquellos globos habían explotado antes de llegar a su destino.
Ante la posibilidad de un ataque de gran envergadura, el general Wilbur, solicitó de inmediato el apoyo de los organismos gubernamentales, ya que si bien los globos no habían ocasionado hasta el momento ninguna víctima, se pensó que tarde o temprano se precipitarían sobre las populosas ciudades y el panorama sería totalmente impredecible.
Se alertó a los guardabosques sobre el peligro y se les requirió que remitiesen a las autoridades militares más cercanas cualquier trozo de globo u otras partes de sus mecanismos que fueran encontrados.
Se mandaron trozos de globos al Observatorio de Investigaciones Navales, en Washington, como también al instituto Tecnológico de California. Los geólogos que estudiaron la arena contenida en las bolsas de lastre señalaron cinco lugares en el Japón, de donde muy probablemente provendría. Se pidió a la Fuerza Aérea que fotografiara dichas áreas. En las fotos de una de estas zonas podía observarse una planta industrial alrededor de la cual se veían esferas de color gris, lo que se interpretó como la presencia de globos. Al poco tiempo se hallaba un globo gris sobrevolando 1as inmediaciones de una ciudad del oeste de los Estados Unidos. De inmediato un piloto norteamericano fue enviado con la misión de capturar el globo. El aviador decidió empujarlo hacia el campo propulsándolo con las ráfagas de aire que producía su motor a hélice. Los golpes de aire hicieron que el globo perdiera hidrógeno, cayendo lentamente a tierra. Los mecanismos que tenían por fin producir la detonación de los explosivos no funcionaron. Éste fue el primer globo completo con toda su carga y mecanismos que tuvieron los norteamericanos.
El ejército descubrió que cada globo estaba provisto de 30 bolsitas que contenían 3 kilogramos de arena cada una. Cumplían la función de lastre. Iban cayendo de a una por un mecanismo guiado por un barómetro, el cual las soltaba cuando el globo volaba por debajo de los 9.300 metros. También estaba provisto de un aparato automático que abría una válvula de escape para el hidrógeno cuando el globo superaba los 11.000 metros. Cada globo transportaba de 3 a 4 bombas de fragmentación de 15 kilogramos y una incendiaria. Los explosivos estaban controlados por un mecanismo que los arrojaba después de que todas las bolsas de arena hubieran sido lanzadas. Había otro aparato que tenía la función de provocar la explosión del globo, luego de que hubiesen sido arrojadas las cargas mortales. El hecho de que este dispositivo no funcionara en ciertos globos permitió a los americanos incautarse de algunos intactos.
Luego del estudio de los globos capturados y de su contenido, los norteamericanos se dieron cuenta de que eran las bombas incendiarias las que representaban el más grave peligro para la nación. En la época de verano indudablemente producirían incendios forestales. Por consiguiente, se organizaron tropas de paracaidistas para que colaboraran con los guardabosques y bomberos. Sin embargo, si los ataques hubieran sido en gran escala, esta movilización no hubiera servido de mucho. Además, considerando la posibilidad de que los japoneses lanzaran globos provistos de preparados bacteriológicos con el fin de propagar epidemias, tanto humanas como del ganado o de las cosechas, se tomaron las debidos precauciones movilizando médicos, veterinarios y agrónomos. Se formaron equipos de descontaminación y se almacenó -en lugares claves- desinfectantes, medicamentos y máscaras antigás. A la vez se requirió a los ganaderos y agricultores que informasen acerca de cualquier síntoma de enfermedades inusuales en el ganado o sembradío.
Para que los japoneses no tuvieran ningún conocimiento de los resultados obtenidos con su ataque mediante globos, los medios de difusión americanos y canadienses fueron persuadidos de que no mencionasen jamás cualquier noticia referente a los globos nipones.
Si bien en el Japón no se enteraban de sus propios éxitos, este silencio de la prensa y la radio impedía que el pueblo americano tomase conocimiento del peligro que lo amenazaba. En cierta oportunidad, un grupo de chicos que iban de excursión encontraron uno de los globos caídos. Sin conocer el mortal peligro al que estaban expuestos, lo arrastraron para llevárselo. Las bombas explotaron muriendo cinco niños y una mujer. La prensa no publicó nada de lo ocurrido. Su silencio fue total.
Más antes de continuar con el desenlace de esta historia permítame contarle como se originó todo esto.
En tiempos de la Segunda Guerra Mundial, ningún avión tenía la autonomía suficiente como para volar de Japón al continente americano. El proyecto de los globos nació con base en una investigación del profesor Nakayama, quien en 1932 descubrió una corriente atmosférica de gran altitud que circulaba desde las islas de Japón hasta la costa oeste de Canadá y de los Estados Unidos. Nakayama la bautizó como el Jet-Strecim.
Una década después, el doctor Fujiwara, quien buscaba la forma de bombardear a los norteamericanos en su propia tierra, ideó hacerlo a través de globos provistos de bombas y enviados a través de la corriente de aire del Jet Strecim.
El Ejército japonés lanzó 9,000 globos mientras que la armada imperial arrojó solo 300.
Con un diámetro de diez metros, los globos se desplazaban a una altura que oscilaba entre los 9.000 y los 11 .000 metros, desarrollando una velocidad de 30 a 32 kilómetros por hora. Cada uno llevaba un mecanismo que hacía detonar, de manera automática, una bomba incendiaria y otras de fragmentación.
De pronto -a fines de abril de 1945- finalizó la caída de globos en Estados Unidos. Transcurrieron días, meses; hasta que por fin terminó la guerra. ¿Por qué razón había cesado el ataque, cuando era evidente que, de continuar, hubiera provocado grandes desastres?
Los japoneses solo se enteraron de la llegada del globo caído en Montana, por lo cual, al no tener más noticias al respecto, consideraron un fracaso su estrategia, además de que con se estaban despilfarrando las reservas de hidrógeno, las cuales eran de suma importancia en tiempos de guerra. Por lo cual se ordenó la inmediata suspensión de esta estrategia. Por supuesto que de haber seguido le hubieran dado un fuerte dolor de cabeza a los norteamericanos.

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