
La escasez de alimentos y la deforestación comienzan a afectar las perspectivas económicas a nivel mundial. Y más que nada todo esto se debe en gran parte a la desigualdad en el reparto, que permite que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Sólo EE.UU consume la mitad de los recursos no renovables del planeta.
Hay situaciones tan ridículas como el echo de que en el Reino Unido se gastan al año aproximadamente 235 millones de dólares en sistemas para adelgazar, mientras que se hace en el mismo período un donativo promedio de 50 millones para el Tercer Mundo para ayudarles a no morir de hambre.
El año de 1992 el Fondo de Población de Naciones Unidas afirmó que según sus estudios realizados “existen suficientes recursos para acabar con la pobreza, alcanzar un desarrollo social y económico significativo para la mayor parte de la población mundial, proteger el medio ambiente y conservar al mismo tiempo las comodidades y ventajas que ha aportado la tecnología moderna”. Tenemos conocimientos, recursos, medios tecnológicos, solo resta combinarlo todo para sentar los cimientos de un desarrollo humano sostenible. Satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones. Todo esto suena muy bonito, pero hay tantos interese económicos, políticos y religiosos que obstaculizan cualquier posibilidad de una organización a nivel mundial tendiente a acabar con estos problemas. Así que seguimos adelante hasta que el destino nos alcance.
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