La carrera por la conquista del espacio era una situación emergente tanto para los norteamericanos como para los rusos. Así que tras el éxito logrado por los rusos con su Spunik 1, el líder soviético Nikita Khrushchev ordenó de inmediato la preparación de un nuevo satélite artificial para lanzarse al espacio en el día del cuadragésimo aniversario de la revolución bolchevique, el 7 de noviembre de 1957.
Cuando fue recibida la solicitud, los científicos ya estaban trabajando en una nave más compleja, más era un trabajo tan laborioso y complicado que les resultaría imposible cumplir con el mandato de su líder, por lo cual se descartó el proyecto y dedicaron inmediata atención a la creación de un satélite menos sofisticado y que cumpliera con las expectativas solicitadas.
Lo peor de todo es que solo contaban con cuatro semanas para realizar el proyecto. Y lo más complicado del asunto es que esta vez se pretendía llevar a una criatura viva en su interior. Aún así había que cumplir a como diera lugar. Ya se ha de imaginar la presión a que se vio sometido todo el equipo de especialistas.
La nave se equipó con instrumentos para medir la radiación solar y los rayos cósmicos, un sistema de generación de oxígeno, acompañado de sistemas para absorber dióxido de carbono, y otro para evitar el envenenamiento por oxígeno. Se añadió un ventilador que operaba cuando la temperatura de la nave superaba los 15º.C, para mantener la temperatura del animal. Además, el satélite fue provisto con comida suficiente para un vuelo de siete días.
Laika era una perra callejera que alguien encontró un día y por azares del destino terminó incertada dentro del programa espacial soviético. Tenía aproximadamente 3 años y pesaba 6 kilos. Originalmente la llamaron “rizadita”, luego “Limoncito” y finalmente “Laika”, debido a su raza. Tres perros fueron probados para la experiencia: Laika, Albina y Musjka, al final se decidieron por Laika, por ser una perra inteligente, mandable y muy hábil.
Albina fue lanzada dos veces en un cohete para probar su resistencia a las grandes alturas y Mushka fue utilizada para la prueba de la instrumentación y los equipos de soporte vital.
El entrenamiento de Laika fue muy riguroso. Debió de acostumbrarse a permanecer en compartimientos muy reducidos, por espacios de veinte días, cosa que provocaba bastantes disturbios en el animal. Aún así se consideró que estaba lista para la prueba final.
El 31 de octubre de 1957, tres días antes del lanzamiento, Laika fue colocada en el Sputnik 2. Manteniéndola en constante vigilancia y atención. El día del lanzamiento, el pelaje de la perra se limpió con una solución de etanol, y le pintaron con yodo aquellas áreas donde la perra llevaría sensores para vigilar sus funciones corporales. El Sputnik 2 fue lanzado el 3 de noviembre de 1957. Los signos de Laika fueron seguidos telemétricamente por el control en tierra. Al alcanzar la máxima aceleración después del despegue, el ritmo respiratorio del animal aumentó de tres a cuatro veces lo normal, y su frecuencia cardíaca pasó de 103 a 240 latidos por minuto. Al alcanzar la órbita, la punta cónica del Sputnick 2 se desprendió exitosamente. La otra sección de la nave que debía desprenderse no lo hizo, impidiendo que el sistema de control térmico funcionara correctamente.
Parte del aislamiento térmico se desprendió, permitiendo que la cápsula alcanzara una temperatura interior de 40º C. El pulso del animal desendió a 102 latidos por minuto, lo cual indicaba el estrés bajo el que estaba la perra. La recepción de datos vitales paró entre cinco y siete horas después del despegue.
Sin embargo, la información que Moscú dio a conocer, decía que el animal se comportaba con calma en su vuelo espacial, y que pocos días después Laika estaría de regreso sin mayor problema. La verdad es que los científicos rusos sabían de antemano que Laika jamás regresaría con vida a la tierra. Incluso se había preparado comida envenenada para que la perra la consumiera en el espacio diez dias después del lanzamiento. Pero Laika no sobrevivió a tanto tiempo. Tal y como se supo posteriormente, según revelaciones del científico Dimitri Malashenkov, quien participó en el lanzamiento del Sputnik 2, Laika había muerto entre cinco y siete horas después del despegue, debido al estrés y el sobrecalentamiento de la nave.
El Sputnik 2 orbitó la tierra 2.570 veces, durante 163 días. Después a su regreso, la nave explotó al entrar en contacto con la atmósfera.
La deliberada muerte de Laika desencadenó un debate mundial sobre el maltrato a los animales y los avances científicos a costa de pruebas con ellos. El el Reino Unido, la Liga Nacional de Defensa Canina pidió que los dueños de perros guardaran un minuto de silencio en honor de Laika. Varios grupos protectores de los derechos animales protestaron frente a embajadas soviéticas.
En distintos países se crearon sellos de correos con la imagen de la perra Laika, conmemorando su vuelo. En 1997, en la Ciudad de las Estrellas, fue develada una placa homenaje a los cosmonautas caídos. Laika está representada en una esquina de la placa, colocada entre las piernas de uno de los cosmonautas.
El 9 de marzo de 2005, un pedazo de terreno en el planeta Marte fue llamado Laika, por los controladores de la misión del Mars Exploration Rover
Oleg Gazenko, uno de los principales científicos del programa y entrenador de Laika manifestó su desilución con el proyecto, ya que ni siquiera aprendieron lo suficiente con esta misión como para justificar el sacrificio de la perra.
Cuando fue recibida la solicitud, los científicos ya estaban trabajando en una nave más compleja, más era un trabajo tan laborioso y complicado que les resultaría imposible cumplir con el mandato de su líder, por lo cual se descartó el proyecto y dedicaron inmediata atención a la creación de un satélite menos sofisticado y que cumpliera con las expectativas solicitadas.
Lo peor de todo es que solo contaban con cuatro semanas para realizar el proyecto. Y lo más complicado del asunto es que esta vez se pretendía llevar a una criatura viva en su interior. Aún así había que cumplir a como diera lugar. Ya se ha de imaginar la presión a que se vio sometido todo el equipo de especialistas.
La nave se equipó con instrumentos para medir la radiación solar y los rayos cósmicos, un sistema de generación de oxígeno, acompañado de sistemas para absorber dióxido de carbono, y otro para evitar el envenenamiento por oxígeno. Se añadió un ventilador que operaba cuando la temperatura de la nave superaba los 15º.C, para mantener la temperatura del animal. Además, el satélite fue provisto con comida suficiente para un vuelo de siete días.
Laika era una perra callejera que alguien encontró un día y por azares del destino terminó incertada dentro del programa espacial soviético. Tenía aproximadamente 3 años y pesaba 6 kilos. Originalmente la llamaron “rizadita”, luego “Limoncito” y finalmente “Laika”, debido a su raza. Tres perros fueron probados para la experiencia: Laika, Albina y Musjka, al final se decidieron por Laika, por ser una perra inteligente, mandable y muy hábil.
Albina fue lanzada dos veces en un cohete para probar su resistencia a las grandes alturas y Mushka fue utilizada para la prueba de la instrumentación y los equipos de soporte vital.
El entrenamiento de Laika fue muy riguroso. Debió de acostumbrarse a permanecer en compartimientos muy reducidos, por espacios de veinte días, cosa que provocaba bastantes disturbios en el animal. Aún así se consideró que estaba lista para la prueba final.
El 31 de octubre de 1957, tres días antes del lanzamiento, Laika fue colocada en el Sputnik 2. Manteniéndola en constante vigilancia y atención. El día del lanzamiento, el pelaje de la perra se limpió con una solución de etanol, y le pintaron con yodo aquellas áreas donde la perra llevaría sensores para vigilar sus funciones corporales. El Sputnik 2 fue lanzado el 3 de noviembre de 1957. Los signos de Laika fueron seguidos telemétricamente por el control en tierra. Al alcanzar la máxima aceleración después del despegue, el ritmo respiratorio del animal aumentó de tres a cuatro veces lo normal, y su frecuencia cardíaca pasó de 103 a 240 latidos por minuto. Al alcanzar la órbita, la punta cónica del Sputnick 2 se desprendió exitosamente. La otra sección de la nave que debía desprenderse no lo hizo, impidiendo que el sistema de control térmico funcionara correctamente.
Parte del aislamiento térmico se desprendió, permitiendo que la cápsula alcanzara una temperatura interior de 40º C. El pulso del animal desendió a 102 latidos por minuto, lo cual indicaba el estrés bajo el que estaba la perra. La recepción de datos vitales paró entre cinco y siete horas después del despegue.
Sin embargo, la información que Moscú dio a conocer, decía que el animal se comportaba con calma en su vuelo espacial, y que pocos días después Laika estaría de regreso sin mayor problema. La verdad es que los científicos rusos sabían de antemano que Laika jamás regresaría con vida a la tierra. Incluso se había preparado comida envenenada para que la perra la consumiera en el espacio diez dias después del lanzamiento. Pero Laika no sobrevivió a tanto tiempo. Tal y como se supo posteriormente, según revelaciones del científico Dimitri Malashenkov, quien participó en el lanzamiento del Sputnik 2, Laika había muerto entre cinco y siete horas después del despegue, debido al estrés y el sobrecalentamiento de la nave.
El Sputnik 2 orbitó la tierra 2.570 veces, durante 163 días. Después a su regreso, la nave explotó al entrar en contacto con la atmósfera.
La deliberada muerte de Laika desencadenó un debate mundial sobre el maltrato a los animales y los avances científicos a costa de pruebas con ellos. El el Reino Unido, la Liga Nacional de Defensa Canina pidió que los dueños de perros guardaran un minuto de silencio en honor de Laika. Varios grupos protectores de los derechos animales protestaron frente a embajadas soviéticas.
En distintos países se crearon sellos de correos con la imagen de la perra Laika, conmemorando su vuelo. En 1997, en la Ciudad de las Estrellas, fue develada una placa homenaje a los cosmonautas caídos. Laika está representada en una esquina de la placa, colocada entre las piernas de uno de los cosmonautas.
El 9 de marzo de 2005, un pedazo de terreno en el planeta Marte fue llamado Laika, por los controladores de la misión del Mars Exploration Rover
Oleg Gazenko, uno de los principales científicos del programa y entrenador de Laika manifestó su desilución con el proyecto, ya que ni siquiera aprendieron lo suficiente con esta misión como para justificar el sacrificio de la perra.
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