sábado, 27 de diciembre de 2008

ADOLPHE SAX

Joseph Sax se sentía más que satisfecho con su pequeño hijo. En lugar de ponerse a jugar, se la pasaba en el taller de su padre jugando a hacer instrumentos musicales. Joseph le tenía paciencia al pequeño Adolphe y poco a poco lo instruyó en el arte de fabricar guitarras, pianos e instrumentos de metal. Y resultó tan bueno el pequeño que a la edad de seis años ya era capaz de construir sus propios instrumentos.
Adolphe Sax estudió en la Escuela Real de Canto, de Bruselas, prosiguiendo luego con el estudio del clarinete y la flauta en el Conservatorio de esta ciudad. Se inclinó por ser clarinetista.
A los 12 años ya era todo un experto técnico en la creación de instrumentos, y cuando solo contaba con 16 años, construyó dos flautas y dos clarinetes en marfil que presentó en la Exposición de Bruselas de 1830. A los 25 años confeccionó un clarinete bajo con importantes mejoras sonoras y de afinación.
Por esa época, el joven viajó a París y allí conoció a importantes músicos como Meyerbeer y Berlioz, haciendo gran amistad con este último, de quien obtuvo importante ayuda durante toda su vida. Por razones económicas tuvo que volver a Bruselas, donde se puso a dirigir el taller de su padre.
Entonces nació su obsesión: inventar un instrumento de viento que, por el carácter de su sonido, pudiera aproximarse a los instrumentos de cuerda, pero que tuviera más fuerza e intensidad.
Siendo clarinetista, estaba inconforme con el clarinete que, según él, no le permitía expresarse como deseaba. El joven buscaba un instrumento similar, pero con algunas características del oboe.
Percibiendo las imperfecciones del clarinete, se dedicó a remediarlas y empezó a concebir la idea de construir un instrumento que tuviera la fuerza de uno de metal y las cualidades de uno de madera.
Después de un intenso trabajo de pruebas y experimentos sobre modificaciones para lograr una mayor calidad de sonido, Sax consiguió crear lo que después se llamó el saxofón, denominado así al combinar el apellido de su creador con el sufijo griego phonos, que significa sonido.
A los 26 años, Adolphe Sax presentó su nuevo instrumento, tocándolo por primera vez en público en agosto de 1841. Pero desgraciadamente fue despreciado y ridiculizado. Y tan mal estuvo la situación, que lo dejó en una esquina, donde alguien, no se sabe si por accidente o con premeditación, le dio un puntapié y lo mandó volando a medias de la sala, provocando las risas de todos los presentes.
Partió luego a París, con su saxofón colgado al hombro y sin una sola moneda en el bolsillo. Más Berlioz lo recibió y apoyó como lo sabe hacer un gran amigo.
Adolphe abrió una tienda de instrumentos en la capital francesa, donde comercializaba sus mejores creaciones, pero nadie compraba su saxofón. Berlioz pasaba mucho tiempo en la tienda, y hacia pregunta tras pregunta sobre el saxofón, queriendo que Adolphe lo tocara una y otra vez. Luego Berlioz escribió un extenso artículo sobre el instrumento en una revista especializada, donde alababa con entusiasmo la novedosa creación, diciendo textualmente: “Yo no conozco actualmente ningún instrumento que pueda comparársele en rendimiento. Su sonido es pleno, delicado, vibrante, de una fuerza enorme, siendo a la vez susceptible de tocarse dulcemente. El sonido del saxofón es tan dulce como un ángel”.
Aquellos comentarios levantaron la polémica, muchos en contra, pero también hubo muchos a favor. Poco después Berlioz adaptó una de sus obras, el “Himno Sacro” para un conjunto de seis instrumentos, todos ellos inventados por Adolphe Sax, en el que incluía un saxofón bajo que tocó su creador en la Sala Hertz de París en febrero de 1844, bajo la dirección del genial maestro.
Los elogios de Berlioz luego fueron apoyados por otros dos grandes maestros. Rossini, tras oirlo expresó: “Nunca he escuchado nada tan bello”. Meyerbeer, por su parte, señaló: “Es para mí el ideal del sonido”.
Aplicando la experiencia de su padre, Adolphe Sax logró una familia de saxofones de siete miembros: sopranino, soprano, alto, barítono, bajo y contrabajo. Consiguiendo patentar sus creaciones en París el 21 de marzo de 1846.
Los fabricantes de instrumentos parisinos vieron una seria amenaza en Adolphe Sax, por lo cual interpusieron contra él varias demandas, aduciendo que su saxofón era plagio de algunas de sus creaciones. Sax pasó diez años peleando en los tribunales contra estos buitres. Mientras tanto el saxofón comenzaba a generar ventas.
Ante la imposibilidad de doblegarlo, le incendiaron sus talleres, y fabricaron burdas imitaciones, de pésima calidad, falsificando su firma para desprestigiarle. Más Adolphe siguió adelante.
Sax tenía muy buena relación con el general Rumigny, quien estaba a cargo de las bandas de la Armada Francesa. Y a quien le propuso incorporar el instrumento a las bandas militares. La propuesta fue aceptada, y el sonido de las bandas mejoró muchísimo, lo cual multiplicó las ventas de Adolphe con su instrumento, pero también multiplicó la ira de sus competidores.
En 1948 llegaron los cambios políticos y sus enemigos lograron que los saxofones fueran retirados de las bandas francesas. Volvieron con sus demandas y en tres ocasiones lo pusieron en bancarrota. Más valiéndose de sus amistades, el inventor consiguió que un decreto imperial los reincorporara, surgiendo nuevamente la indignación de sus adversarios. Su triunfo definitivo llegó en 1854, Adolphe Sax fue nombrado “Fabricante de Instrumentos Musicales de la Casa Militar del Emperador”.
En 1857 se crearon cátedras especiales para integrantes de las bandas militares en el Conservatorio de París y Sax fue nombrado profesor de saxofón. En 13 años se formaron en ella 130 saxofonistas y se compusieron más de 30 obras, escritas en su mayoría por directores de bandas. El inventor comenzó a recuperarse económicamente. Recibió una indemnización de 200,00 francos por daños y perjuicios, pagados por uno de sus más fieros rivales, quien fabricaba ilegalmente instrumentos patentados por Sax.
Se asoció con dos empresarios, pero estos, por su inexperiencia e incapacidad lo mandaron a la bancarrota, obligándole a vender todo cuanto poseía para saldar sus deudas.
Más tarde pudo recuperarse en cierta medida, gracias a la ayuda de sus amigos y seguidores, creando una fábrica de instrumentos, en la cual continuó perfeccionando día a día sus inventos.
En sus años de vejez, Sax vivía en la pobreza total. Un grupo de influyentes compositores franceses, entre los que se encontraba Camille Saint-Saëns, pidieron al ministro francés de Bellas Artes que le ofreciera apoyo económico, por lo que sus últimos días los pasó dependiendo de una pequeña pensión.
Olvidado y solo, Adolphe Sax murió en París el 7 de febrero de 1894, a los 79 años.
Aproximadamente 30 años después de su muerte, el saxofón conquistó al mundo, al convertirse en el instrumento líder del Jazz, para luego ser adoptado por muy diversos géneros musicales.

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