viernes, 5 de diciembre de 2008

LOUIS ARMSTRONG

El padre de Louis era un alcohólico desobligado que se pasaba largas temporadas fuera de casa, así que su madre trabajaba en lo que podía: lavando trastes, de recamarera, e incluso algunos afirman que de “mujer galante”. Así que el chiquillo se la pasaba de juerga por las calles de su natal Nueva Orleáns, conviviendo con la pandilla del barrio y dedicándose a realizar infinidad de diabluras. Sorteaba la hora de la comida con un pedazo de pan duro, café, y si le iba bien, alguna cosa que encontraba en los botes de basura. Su situación era realmente lamentable.
Pero con los amigos el hambre se disipaba. Entre ellos había que presumir de arriesgado y valiente, así que cuando Louis encontró la vieja pistola que su padre abandonó bajo el raído colchón, se le hizo muy fácil sacarla para festejar la noche de fin de año. Con ella realizó unos disparos al aire en presencia de sus amigos, más para su desgracia en aquellos momentos apareció un policía que lo capturó y llevó a los tribunales. Su madre nada pudo hacer. Aunque lo quisiera. La gente pobre y de raza negra no tenían prácticamente ningún derecho en los tribunales. Así que el pequeño Louis, de tan solo doce años, fue a parar a una cárcel para menores infractores.
Louis se sintió triste y asustado, así que decidió portarse bien, y lo hizo. La vida era monótona y aburrida en el reclusorio, así que se esforzó cuanto pudo para ser admitido en la banda del lugar. El director musical, viendo su gran empeño, decisión y buena conducta le cedió una corneta, luego comenzó a enseñarle la forma de usarla.
El chico se sintió fascinado, como niño con juguete nuevo. A partir de ese momento la corneta se volvió su inseparable. Al maestro Meter Davis le fascinaba ver el entusiasmo y entrega de Louis. Pronto se convirtió en el más destacado de sus alumnos.
Cuando se cumplió la sentencia y Louis debió ser liberado, el jovencito se llenó de tristeza, ya que sabía que al salir le sería muy difícil conseguirse otra corneta. Pero su maestro tuvo un gran detalle. Le dijo que podía llevársela, con la condición de que cuando ganara algo de dinero y pudiera comprarse una, volviera y se la regresara.
Louis salió a la calle lleno de felicidad y con una meta en su vida. Sería un gran músico, y ganaría dinero, mucho dinero. Los negros hacían dinero tocando en los burdeles del puerto. Había bandas musicales incluso en los barcos que navegaban en el Mississippi. Así que Louis sintió que había encontrado la forma de pasarla bien.
Tocaba en la mañana, tocaba a medio día, tocaba por las noches, olvidándose por completo de sus amigos. Solo le importaba su corneta, y su madre vio aquello con buenos ojos, porque descubrió que su hijo se había vuelto alguien diferente.
A la usanza de la tradición francesa, en Nueva Orleáns se acostumbraba llevar a los muertos al cementerio con música, siendo esta otra fuente interesante de trabajo. Kid Ory y su banda eran con frecuencia contratados para dicho menester, siendo así como un día que prestaban este servicio, de pronto Kid descubrió que un jovencito salió de por ahí y se les unió con su corneta. El chiquillo tocaba de una forma maravillosa, así que Kid Ory, quien era un trompetista de gran renombre, supo apreciar el enorme talento de Louis y de inmediato lo contrató para su banda.
La dichosa orquesta tocaba en el barrio chino de New Orleáns llamado Storville. Era un lugar de tugurios de mala muerte, nido de prostitutas y vagos, el cual se saturaba de marineros noche a noche. Louis tocaba con tanta furia y pasión que pronto llamó la atención del trompetista King Oliver, quien lo invitó a formar parte de su grupo, con el cual realizaría su primera grabación en el año de 1923.
Eran tiempos de la Primera Guerra Mundial, y Nueva Orleáns tenía una base militar, pero al ministro de marina no le agradaba que la gente a su cargo le estuviera provocando tantos problemas debido a sus correrías nocturnas por los antros de vicio, así que consiguió la orden y de inmediato cerró todos los tugurios de Storville, dejando sin trabajo a miles de personas: meseros, músicos, prostitutas y demás. Aquello acarreó grandes problemas económicos en la región, por lo cual los músicos, en el año de 1917, emigraron rumbo a Chicago en búsqueda de nuevos horizontes.
Louis se quedó en Nueva Orleáns, más luego, en 1922, marchó también rumbo a Chicago, invitado por King Oliver, quien había logrado gran éxito en ese lugar con su banda de jazz.
Para 1920, el jazz se había convertido en el gran ritmo de Chicago. Se prohibió el consumo de alcohol, pero los gangsters, como Al Capone, tenían sus sitios clandestinos, centros nocturnos disfrazados, donde todo mundo podía ir a echarse un trago, escuchar música y encontrar pareja. La tensión provocada por la incursión de Los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, hacía que la gente buscara una forma de escape, e ir a aquellos sitios de alcohol y jazz fue una salida muy aceptada y exitosa.
Louis Armstrong se convirtió en la sensación. Su emotividad, fraseo y protagonismo acapararon de inmediato la atención y se volvió una figura muy popular en poco tiempo. Nadie tocaba la trompeta como él. Ni nadie jamás había hecho jazz de esa forma. Originalmente en las bandas de jazz todos tocaban la misma línea musical. Armstrong construyó la imagen de solista. La orquesta quedó doblegada a lo que él hacía. Se convirtió en la gran estrella a la que atendían el resto de los músicos de la banda.
Pero no solo fue un gran trompetista, también se convirtió en un destacado cantante gracias a su voz aguardientosa e inconfundible. En cierta ocasión al interpretar uno de sus famosos temas, olvidó la letra, y para salir del paso realizó una serie de onomatopeyas vocales, dando paso a un estilo que luego se denominó “scat”, mismo que luego fue base esencial para figuras como Ella Fitzgerald.
Luois perteneció luego a la banda de Fletcher Henderson, la más afamada banda de Chicago. Posteriormente fundo sus propios proyectos musicales, bajo el nombre de Hot Five y Hot Seven, con la participación de Kid Ory, aquél hombre que lo descubrió tocando en las calles de Nueva Orleáns.
La fama y el dinero acompañaron a Louis durante toda su vida. Canto al lado de todas las figuras importantes de su época. Fue acompañado por todas las mejores orquestas; recorrió Europa y muchos países del mundo realizando presentaciones. Cuando ya no pudo tocar la trompeta por cuestiones de la edad, triunfó como crooner, logrando éxitos memorables como Hello Dolly, C’est si bon, Cabarte, La Vida en Rosa y varias más. En 1964, cuando los Beatles se apropiaron del Hit Parde nortemericano y nadie parecía poder desbancarlos, Louis Armstrong colocó su tema Hello Dolly en primer lugar y permaneció ahí durante varias semanas, poniendo a Los Beatles en los siguientes sitios.
Falleció a los 71 años, pero 17 años después de su muerte el tema “What a Wonderfoul World”, logró llegar al primer sitio de popularidad gracias a su inclusión dentro de una película. Y el éxito del álbum “Classics” de Kenny G, salido a la venta hace un par de años, se debe en gran parte a que incluye este mismo tema, en la voz original de Louis Armstrong, aunque con el acompañamiento de este afamado saxofonista.

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