En 1966 Wangari regresó a Kenia, su tierra natal, después de haber permanecido casi seis años en los Estados Unidos atendiendo una beca que se le había concedido en la Universidad de Pittsburg, donde obtuvo un máster de Biología. A la llegada a su comunidad se quedó espantada al ver como habían talado gran parte de los bosques. Las fuertes lluvias se habían llevado las capas fértiles del suelo, el cieno atascaba los ríos y los fertilizantes estaban eliminando los nutrientes de la tierra. Estaba totalmente segura que se avecinaba una gran catástrofe ecológica para su pueblo. Había que detener de inmediato la tala inmoderada de los bosques y proceder a reforestar las tierras dañadas.
El proceso fue largo y penoso, en primer lugar intentó convencer a su gente sobre la gravedad del daño que se había ocasionado, solicitando su apoyo para realizar la enmienda. Poco caso le hicieron los hombres de la comunidad, más las mujeres fueron más sensibles a la situación, sobre todo porque siendo la mujer la encargada de preparar los alimentos en el hogar, con la deforestación se vio obligada a recorrer mayores distancias para encontrar la leña necesaria para hacer el fuego del hogar, lo cual les estaba ocasionando mayores problemas para atender a sus hijos y recolectar los frutos requeridos para su alimentación.
Wangari fundó una organización a la que llamó Movimiento Cinturón Verde, apoyado casi exclusivamente por las mujeres de Kenia. Al frente de esta organización se dio a la tarea de plantar miles de árboles en los campos deteriorados. Dicho programa, combina desarrollo comunitario y protección ambiental y propaga entre los miles de kenianos que viven en la pobreza la simple idea de que plantar árboles mejorará sus vidas, la de sus hijos y sus nietos.
El gran problema fue que mientras Wangari promovía la reforestación, los depredadores continuaban con su tala inmoderada, así que hicieron una fuerte oposición para detener el daño. Por supuesto que esto le acarreó grandes problemas. Se enfrentó al mismo presidente de su país, Daniel Arap Moi, quien estaba tras de todo aquél daño ecológico.
Wangari fue difamada, enfrentando una fuerte campaña en su contra. Más esto no bastó para disuadirla, así que luego fue detenida, golpeada y encarcelada. Sin embargo, se negó a ceder en su convicción de que el pueblo debía ser el encargado de cuidar sus recursos naturales, en lugar de los corruptos compinches del Gobierno, que recibían y saqueaban grandes extensiones de tierra.
En 1986, el movimiento de Wangari Maathai impulsó una Red Panafricana, logrando que se expandieran sus planes de replantación de árboles en más de 30 países de Africa, entre ellos Etiopía, Malawi, Tanzania, Uganda y Zimbawe.
En 1982 apoyó la formación del grupo Foro para la Restauración de la Democracia en su país y esto le acarreó un sinnúmero de problemas, por oponerse al gobierno. Pero continuó la lucha. En 1992 se puso en huelga de hambre exigiendo la liberación de algunos presos políticos, y el gobierno respondió a sus exigencias con palos.
Se opuso en 1998 a la realización de un importante proyecto de construcción en Africa, porque esto dañaría gravemente la ecología. La situación se tornó grave y complicada, tan solo que esta vez la revista Time escribió un extenso reportaje sobre ella, llamándole “Héroe del Planeta”, lo cual colocó su lucha ante los ojos de la comunidad internacional cambiando drásticamente el panorama.
Su proyección fue más lejos aún al levantar su voz defendiendo la condonación de la deuda externa del Tercer Mundo.
El año 2002 triunfó el grupo opositor en su Kenia y de inmediato el presidente Mwai KIbaki la nombró viceministro de Medio Ambiente, Recursos Humanos y Vida Salvaje. La verdad es que a Wangari jamás le interesó la política, pero encontró en ello un excelente medio para cumplir con sus objetivos.
Hasta la fecha, esta mujer de 65 años, ha logrado que se planten más de 20 millones de árboles en Africa. El 10 de diciembre del 2004, en Oslo, Noruega, le fue concedido el premio Nobel de la Paz a esta africana, Wangari Maathai, por su gran esfuerzo en pro de la ecología y el bienestar del continente africano.
Reflexionando un poco sobre todo esto quisiera preguntarle ¿Usted ya plantó un árbol?. Aunque sea uno solo. Si no lo ha hecho, por favor aún es tiempo, ay se lo encargamos.
El proceso fue largo y penoso, en primer lugar intentó convencer a su gente sobre la gravedad del daño que se había ocasionado, solicitando su apoyo para realizar la enmienda. Poco caso le hicieron los hombres de la comunidad, más las mujeres fueron más sensibles a la situación, sobre todo porque siendo la mujer la encargada de preparar los alimentos en el hogar, con la deforestación se vio obligada a recorrer mayores distancias para encontrar la leña necesaria para hacer el fuego del hogar, lo cual les estaba ocasionando mayores problemas para atender a sus hijos y recolectar los frutos requeridos para su alimentación.
Wangari fundó una organización a la que llamó Movimiento Cinturón Verde, apoyado casi exclusivamente por las mujeres de Kenia. Al frente de esta organización se dio a la tarea de plantar miles de árboles en los campos deteriorados. Dicho programa, combina desarrollo comunitario y protección ambiental y propaga entre los miles de kenianos que viven en la pobreza la simple idea de que plantar árboles mejorará sus vidas, la de sus hijos y sus nietos.
El gran problema fue que mientras Wangari promovía la reforestación, los depredadores continuaban con su tala inmoderada, así que hicieron una fuerte oposición para detener el daño. Por supuesto que esto le acarreó grandes problemas. Se enfrentó al mismo presidente de su país, Daniel Arap Moi, quien estaba tras de todo aquél daño ecológico.
Wangari fue difamada, enfrentando una fuerte campaña en su contra. Más esto no bastó para disuadirla, así que luego fue detenida, golpeada y encarcelada. Sin embargo, se negó a ceder en su convicción de que el pueblo debía ser el encargado de cuidar sus recursos naturales, en lugar de los corruptos compinches del Gobierno, que recibían y saqueaban grandes extensiones de tierra.
En 1986, el movimiento de Wangari Maathai impulsó una Red Panafricana, logrando que se expandieran sus planes de replantación de árboles en más de 30 países de Africa, entre ellos Etiopía, Malawi, Tanzania, Uganda y Zimbawe.
En 1982 apoyó la formación del grupo Foro para la Restauración de la Democracia en su país y esto le acarreó un sinnúmero de problemas, por oponerse al gobierno. Pero continuó la lucha. En 1992 se puso en huelga de hambre exigiendo la liberación de algunos presos políticos, y el gobierno respondió a sus exigencias con palos.
Se opuso en 1998 a la realización de un importante proyecto de construcción en Africa, porque esto dañaría gravemente la ecología. La situación se tornó grave y complicada, tan solo que esta vez la revista Time escribió un extenso reportaje sobre ella, llamándole “Héroe del Planeta”, lo cual colocó su lucha ante los ojos de la comunidad internacional cambiando drásticamente el panorama.
Su proyección fue más lejos aún al levantar su voz defendiendo la condonación de la deuda externa del Tercer Mundo.
El año 2002 triunfó el grupo opositor en su Kenia y de inmediato el presidente Mwai KIbaki la nombró viceministro de Medio Ambiente, Recursos Humanos y Vida Salvaje. La verdad es que a Wangari jamás le interesó la política, pero encontró en ello un excelente medio para cumplir con sus objetivos.
Hasta la fecha, esta mujer de 65 años, ha logrado que se planten más de 20 millones de árboles en Africa. El 10 de diciembre del 2004, en Oslo, Noruega, le fue concedido el premio Nobel de la Paz a esta africana, Wangari Maathai, por su gran esfuerzo en pro de la ecología y el bienestar del continente africano.
Reflexionando un poco sobre todo esto quisiera preguntarle ¿Usted ya plantó un árbol?. Aunque sea uno solo. Si no lo ha hecho, por favor aún es tiempo, ay se lo encargamos.
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