viernes, 22 de mayo de 2009

EVGEN BAVCAR EL FOTOGRAFO INVIDENTE

Cuando Evgen Bavcar tenía 16 años le pidió la cámara fotográfica a su hermana para tomarle una foto a una chica que le gustaba. “¿Y quién va a tomar la foto?” fue la respuesta que le dio ante semejante petición. Y Evgen, muy seguro de sí mismo le contestó “Yo”. La hermana no pudo menos que reírse, aún con la certidumbre que ello lastimaría a su hermano.
La persona menos indicada para tomar una fotografía era Evgen, por la simple y sencilla razón de que él era un invidente desde los once años de edad. Primero perdió el ojo izquierdo en un accidente con una rama de un árbol; meses más tarde perdió el otro, debido a la explosión de una mina abandonada en un campo. Todo esto sucedió en su pueblo Lokavec, en Eslovenia, casi en la frontera con Italia.
Al parecer aquella primera foto tomada por Evgen resultó muy buena, y todos lo felicitaron por ello. Esto jamás lo olvidaría el jovencito invidente. Más la cámara quedó a un lado y él viajó en 1972 para estudiar filosofía estética en la Sorbona de París. Todos le recomendaron que se dedicara a la música, lo cual siempre ha sido uno de los mejores oficios para los invidentes, pero él se negó rotundamente a seguir los caminos reservados para quienes tienen esta discapacidad. Evgen era diferente y se sentía obligado a lograr lo que para todos los de su estado era algo imposible.
La carrera presentó serios obstáculos. El estudio de la filosofía del Arte, requiere de la vista para poder evaluar las grandes obras, tanto de la pintura como de la escultura. Evgen recurrió a lazarillos o cómplices, quienes le describían al detalle cada obra. Tomaba diversos puntos de vista y con la información acumulada realizaba su juicio. Esto le daba una idea intelectual, un sentimiento estético indirecto, y a través de ello desarrolló un intenso placer por el arte. Comenzó a amar algunos cuadros, sobre todo aquellos cuya descripción llevaba más tiempo, tal y como sucedía con las obras de El Bosco y El Greco. Con la escultura las cosas fueron más fáciles, siempre y cuando lo autorizaran a tocar las estatuas, lo cual no siempre ocurría. Aún así se volvió todo un experto en arte.
Y de pronto volvió su vieja inclinación por la fotografía, y aprendió todas las técnicas de manejo de cámaras, iluminación, enfoque y revelado. Tuvo la fortuna de aprender con un fotógrafo que le presentó el oficio como una profesión que él podía ejercer. De ahí en delante se volvió fotógrafo. Los resultados conseguidos fueron inusitados. Nadie sospecharía, viendo las fotos de Bavcar, que su autor es ciego. En primer lugar, sus encuadres son perfectos, hasta los más arriesgados. Muchas de sus fotografías son fruto de montajes por superposición, un procedimiento de por sí dificultoso, hasta para un vidente.
Ha expuesto sus fotografías en infinidad de lugares de Europa e incluso en la ciudad de México, sin que nadie logre entender como consigue sus asombrosos resultados. Ha impartido clases, conferencias sobre literatura, ha servido como traductor y escribió el prefacio para una novela de France Bevk. En 1991 se filmó un largometraje sobre una historia basada en su vida. También la novela “El cuento Mágico” del escritor David Hunt tiene como protagonista a un fotógrafo invidente, inspirado en Bavcar. El cineasta Joel Brisse, realizó un cortometraje de este fotógrafo invidente que fue presentado en el festival de Cannes. Y por si fuera poco participó como actor en un film sobre la vida de Gaudí.
El caso de Bavcar no es el único, existen otros tres fotógrafos invidentes en los Estados Unidos, aunque Bavcar es el más notable. Para terminar hay que agregar que la empresa Canon, una de las más prestigiadas en cámaras fotográficas, ha creado una asociación para fotógrafos invidentes, a los cuales apoya en todos los sentidos.
¿Qué podemos concluir de todo esto?. Que no hay límites de ninguna naturaleza. Cuando se quiere se puede, tan solo hay que poner toda la pasión en lo que se desea. El imposible no existe.

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