martes, 26 de mayo de 2009

CLARO DE LUNA

Cuenta un biógrafo de Beethoven que una noche de invierno paseaba con el maestro a la luz de la luna por una estrecha calle de Bona, cuando de pronto se detuvo el gran compositor ante una casa de humilde apariencia, de cuya entreabierta puerta salían las notas de un piano. Beethoven exclamó: -¡Caramba! ¡es mi sonata en fa! ¡Y qué bien la tocan!.
Casi en ese mismo instante se interrumpió la melodía y se escuchó una voz sollozante que decía:
- No puedo tocar más. Es tan hermosa esta melodía que no la estoy interpretando debidamente. ¡Qué lástima!, si tan solo pudiera ir al concierto de Colonia.-
A esto respondió otra voz:
- Hermana, ¿porqué te aflige lo que no tiene remedio?, apenas si podemos pagar el alquiler –
Quien estuvo tocando el piano agregó:
- Tienes razón hermano. Y sin embargo, quisiera, al menos una vez en la vida, oír la música tal y como debe de ser –
Entonces Beethoven le dijo a su acompañante:
- Vamos entrando –
- ¿Para qué? – le dijo sorprendido su biógrafo.
- Tocaré el piano. La muchacha tiene sentimiento y talento –
Empujó Beethoven la puerta y entraron a la casa, en donde estaba un joven zapatero arreglando unos zapatos, mientras que su hermana estaba reclinada tristemente sobre el piano.
- Perdónenme – dijo Beethoven – Oí música y me vino la tentación de entrar. Soy músico y escuché accidentalmente un poco de su conversación. ¿Me podrían permitir tocar un poco el piano?-
- Muchas gracias – contestó el joven zapatero – pero nuestro piano ya es viejo y además no tenemos ninguna partitura –
- ¡No tienen partituras! Pues entonces ¿Cómo es que toca usted? ¿De oído?...-
En ese preciso momento Beethoven se da cuenta que la señorita era invidente y comenzó a disculparse.
-Perdón señorita, no había reparado en su invidencia. ¿Cómo es que sabe usted de música si no ha asistido nunca a un concierto? –
- Hemos vivido dos años en Bruhl – contestó ella – y tuve ocasión de escuchar a una señorita vecina. En verano abría las ventanas de su casa, y yo salía al patio para escucharla tocar –
Beethoven se sentó al piano. Puso sus manos sobre el teclado y comenzó a interpretar una de sus maravillosas obras. El viejo instrumento pareció rejuvenecerse, dejando escapar sonoridades jamás antes logradas en él. Mientras, los dos hermanos boquiabiertos escuchaban llenos de admiración. El raudal de armonías surgían con rítmicas cadencias, y en uno de los momentos más intensos, de pronto se apagó la vela, más el maestro siguió tocando como si nada hubiera pasado. El joven zapatero presuroso abrió la ventana y un brillante rayo de luna invadió la estancia, bañando en luz la figura del gran maestro.
Beethoven bajó la intensidad de la melodía que interpretaba, hasta dejar en total silencio la habitación.
Los dos hermanos expresaron aclamaciones de gran entusiasmo, pero el maestro pareció no prestarles mayor atención. En ese momento comenzó a improvisar una sonata. Todo un torrente de notas de infinita dulzura parecía derramarse sobre el teclado, tan suavemente como el rayo de luna que silenciosamente se colaba por la ventana.
Ese día, ahí en un hogar pobre, y con dedicatoria especial para una invidente y su hermano, nació su famosa sonata “Claro de Luna”

No hay comentarios: