La abeja es un insecto maravilloso, que para elaborar la rica y deliciosa miel con que nuestros paladares se han deleitado trabaja mucho más de lo que nos imaginamos. Cada abeja realiza en promedio cuarenta vuelos diarios, visitando 40 000 flores, o sea mil por viaje. Con su lengua recogen el néctar del fondo de cada flor y lo guardan en una pequeño depósito que tienen en la garganta; una vez lleno, vuelven a la colmena y le entregan lo recolectado a una obrera almacenista, misma que lo guarda en su buche y lo concentra, para luego pasarlo a otra obrera, quien realiza el mismo proceso, y así va pasando de receptora en receptora, concentrándose y concentrándose, hasta que la última almacenista lo deposita en Para producir un kilo de miel, las abejas tienen que recolectar nectar de 5 millones de flores.
Las colmenas albergan hasta 80 000 abejas. Tienen una Reina, misma que al emprender el vuelo es seguida por los machos y puede fecundar hasta con 7 en vuelo, después baja a la colmena y durante un periodo que va de los
La Reina determina el sexo de su descendencia. Ella decide si fecunda o no los huevecillos. El huevo fecundado se transforma en una abeja hembra, ya sea obrera o reina, y el huevo no fecundado en una abeja macho o zángano. Una Reina nace en una celda real a los 16 días de haber puesto un huevo fecundado, cuya larva es alimentada exclusivamente con jalea real durante su desarrollo, lo cual estimula su aparato reproductor. En cambio, la abeja común, llamada obrera, sin el apoyo de la jalea real, su aparato reproductor queda muy rudimentario y disfuncional, llegando a vivir entre 40 y 120 días. Mientras que los zánganos nacen a los 24 días de un huvecillo no fecundado y en una sección especial para ello.
Cuando
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