Terry Schiavo tenía sobrepeso, así que decidió evitar en todo lo posible los alimentos. Por desgracia cayó en la terrible bulimia. Acudió a una clínica para ser atendida pero los médicos se equivocaron. No diagnosticaron una deficiencia de potasio y su negligencia desembocó en un paro cardíaco. Como consecuencia de ello, su cerebro se daño al no recibir por algunos minutos la debida oxigenación. Y esto desembocó a que Terry entrara en lo que llaman un “estado vegetativo”. Era el año de 1990. Y las esperanzas de una recuperación fueron prácticamente nulas.
Los años pasaron y Terry no dio el menor indicio de volver a la normalidad. Su esposo, como suele suceder en muchos de estos casos, rehizo su vida: se buscó otra mujer y con ella formó nueva familia. Aunque legalmente Terry continuó bajo la custodia de su marido. Pero tal y como sucedieron las cosas, conforme fueron pasando los años, que de tantos que pasaron sumaron hasta 15, Michael Schiavo, ex-esposo de Terry, se cansó de la obligación y emprendió un juicio legal para desconectarla de la máquina que la mantenía con vida. Su alegato era que alguna vez Terry le había manifestado que de llegar a un estado así, ella prefería la muerte.
¿Sería cierto esto?... ¿o lo único que pretendía era librarse para siempre de aquella mujer que ya le estorbaba en su vida?
Los padres de Terry, gente muy religiosa, se enfrascaron en un pleito legal con el yerno, que llegó hasta alturas insospechadas. La prensa tomó la nota y fue conocida ampliamente a nivel mundial. Intervino el Vaticano, el presidente Bush, y presionaron muchas organizaciones civiles y religiosas para que se respetara la vida de Terry. Pero Michael logró que los jueces de Florida fallaran en su favor. Y se ordenó que la enferma fuera privada de todo alimento, inclusive de agua, para provocar de esta manera el fatídico desenlace.
Mientras los padres de Terry desesperados acudían incluso hasta la suprema corte intentando apelar la sentencia, afuera del hospital una multitud gritaba protestas y acusaba de criminales a todos los responsables.
Scott Heldreth estaba con su familia viendo el televisor, cuando pasaron un reportaje sobre lo que estaba sucediendo con Terry. Joshua, su hijo de 10 años, le pidió a su padre que fueran a llevarle de comer. Scott sonrió benevolente y le explicó a su pequeño que aquello era imposible. La policía custodiaba el ingreso al hospital y no podían acercarse a Terry de ninguna manera. Más Joshua insistió tanto que su padre aceptó llevarlo al hospital, al menos para que se uniera a todos aquellos manifestantes que estaban en contra de la sentencia de muerte que se le había aplicado a Terry.
A las afueras del hospital había más gente de lo previsto. Familias enteras con pancartas gritaban protestas sin cesar. Scott ni cuenta se dio cuando Joshua se perdió entre la muchedumbre. Desesperado lo buscaron, pero el chiquillo había desaparecido. Poco después lo vió. Un grupo de policías lo sacaron del hospital esposado y lo subieron a una patrulla. Su delito... intentó pasar con un vaso de agua a la habitación de Terry.
Joshua fue obligado a redactar una carta de disculpa y a cumplir con 25 horas de servicio a la comunidad. En cuanto a Terry, después de casi dos semanas sin agua, ni alimentos, expiró.
Al parecer el único motivo que llevó a su marido a solicitar que fuera privada de la alimentación, fue que si se divorciaba de ella, perdía la mitad de los bienes, mientras que si Terry moría él se quedaba con todo
No hay comentarios:
Publicar un comentario