miércoles, 4 de junio de 2008

ADIVINA EL NÚMERO (0003)

Mi amigo Paulo de pronto se vio envuelto, por mi culpa o inspiración, como usted guste llamarle, en un negocio de importación de discos europeos. Porque ha de saber que me ha encantado ser encaminador de almas, aunque yo nunca emprenda mi propio camino. Y vaya que trajo cosas bonitas de Europa!.
Su proveedor le envió junto con la mercancía una buena cantidad de muestras, así que lo primero que se le ocurrió fue regalarme un disco de cada uno. Fue de esta manera como recibí de su parte, una caja con más de cien CD's diferentes.
Días después realizó una reunión con compradores de las tiendas de discos de esta ciudad; y entre tragos de caipiriña (bebida basileña) y trozos de piza, nos fue mostrando uno a uno todos los magníficos discos de su excelente catálogo.
El ambiente era muy agradable, ya que Paulo es un buen anfitrión y la música era prácticamente perfecta, así que la estabamos pasando como pocas veces en la vida. Pero aún faltaba el punto culminante de la tarde.
-Les voy a mostrar - anunció Paulo a los presentes -, un álbum bellísimo que compré en Inglaterra. Quiero advertirles que éste álbum no forma parte de mi catalogo, así que no lo tengo a la venta- Después de esto, y ante la curiosidad de todos, se inició la escucha.
Como usted ya se ha de imaginar, lo extraño, lo difícil, lo prohibido, lo imposible de alcanzar, es lo que siempre llama la atención de todos. Y esta no fue la excepción. Al tercero o cuarto tema, ya todos querían tener una copia.
A mí en lo personal no me preocupaba en lo absoluto lo que pasaba. Paulo había comprado un disco adicional y me lo había obsequiado días antes de aquella reunión.
En un arrebato de generosidad, y con el afán de complacer a sus invitados, Paulo decidió sortearlo entre los presentes. Para ello sugiró que yo escribiera en secreto un número del 1 al 30, y el que lo adivinara, sería el afortunado ganador de aquella valiosa joya discográfica.
Comenzaron luego, uno a uno a decir en voz alta un número, pero curiosamente ninguno de ellos lograba atinarle. José Luís, el que más enloqueció con el álbum, se desilusionaba con cada desacierto. En la segunda ronda, algunos de los compañeros repitieron números dichos en la primera, y nadie lograba sacarse el premio. José Luís ansiaba obtenerlo y a decir verdad yo quería que se lo ganara, porque era el único a quien realmente le gustaba ese tipo de música y seguramente quien más lo disfrutaría, ¿pero cómo hacerle?.
Ni siquiera se porque se me ocurrió. Jamás lo había intentado antes y zuiás en otras circunstancias me habrá parecido totalmente absurdo, más esta vez, sin emitir juicios de ninguna índole, se me ocurrió decirle al llegar de nuevo su turno:
¡Espera José Luís!. Te lo vas a ganar, pero tienes que hacer lo que yo te diga…
José Luís me miró confundido, y más perplejo quedó cuando le dije la forma de lograrlo.
-Cierra los ojos –
-¿Cierro los ojos?- me preguntó desconcertado.
-Claro, haz lo que te digo – le contesté enfático. Para ese momento todos reían de mi ocurrencia y comenzaban a bromear.
Paulo, quien es de mentalidad muy abierta para ese tipo de cosas, ordenó callar a todos.
José Luis cerró los ojos, extrañado pero obediente:
- Frente a ti hay una urna llena de papelitos doblados.-
-¿Dónde?
-Ahí en tu mente- le contesté- Toma uno y ábrelo. El número que veas ese es el ganador –
José Luís sonriendo preguntó -¿Y si no saco el correcto?
- No te preocupes – le tranquilicé – todos los papelitos tienen el mismo número. No puedes equivocarte.
José Luís hizo el ademán de meter la mano en una urna fantasma, simuló sacar el papelito y desdoblarlo. Mientras yo veía mentalmente la escena. Luego José Luís dijo muy seguro de sí mismo: ¡NUEVE!
¡Por supuesto que acertó!. Desdoblé el papelito que traía en mi puño y lo mostré a los presentes, quienes se quedaron mudos por la sorpresa. En él había escrito un número 9.

No hay comentarios: