domingo, 22 de junio de 2008

EL DAVID DE MIGUEL ANGEL


El escultor Agostino di Duccio, sumamente enfadado y lleno de frustración renunció a continuar su labor con aquella enorme piedra, un bloque de mármol de 5 m. de altura. Le había dado tantos golpes aquí y allá, intentando realizar una obra, que al final se dice que la dejó tan dañada que se temía se resquebrajase al menor movimiento. Al final el enorme monolito quedó abandonado por espacio de 40 años, en los talleres de la catedral de Florencia.
El 2 de julio de 1502, los miembros de la comisión de obras de la catedral, decidieron consultar a los artistas de la ciudad, para ver que uso sería conveniente darle a la piedra. Cuando llegó aquél joven, de tan solo 26 años, llamado Miguel Angel Buonarroti, contempló detenidamente la gran mole de mármol. Hasta ese momento, todos los que habían visto el enorme bloque tan sólo habían observado sus imperfecciones y daños, lo cual les hacía menear la cabeza y retirarse. Pero Miguel Angel tuvo ojos para ver lo que nadie había visto hasta ese momento: dentro de aquella enorme roca llena de daños e imperfecciones había un enorme y hermosísimo David atrapado. Miguel Angel no se fijó en lo que no se podía hacer, sino en lo que podía lograr, una visión que por desgracia tan solo unos pocos son capaces de alcanzar en la vida.
El joven escultor fue a su casa y realizó un boceto y con él en mano regresó ante la comisión, solicitando su aprobación para hacerse cargo del proyecto. El acuerdo se cerró en agosto y el 13 de septiembre Miguel Angel puso manos a la obra.
Cualquier obra que el joven escultor acometía le robaba de inmediato toda su entrega y su pasión. Trabajó sin pausas, dicen que lo hacía por 20 horas al día. Durmiendo tan solo un poco y comiendo y bebiendo lo indispensable. El crear le obsesionaba, aquello le robaba su pensamiento, su energía, le absorbía totalmente la vida. No le molestaba el sol abrasador de Toscana, ni la densa nube de polvo que lo envolvía o el molesto desecho que se le adhería a la piel tras cada cincelada. Soportó además el penetrante humo de los braseros que se colocaban para disminuir un poco el aire frío del invierno. Trabajaba con energía sobrehumana, con absoluta concentración, subiendo y bajando por el andamio que rodeaba aquél bloque de mármol de 5 m de altura.
Cincelada tras cincelada, la figura fue cobrando vida. El David, desnudo, salido de aquella supuesta roca de mármol imperfecta, es considerada una de las estatuas más bien realizadas que existen, por sus perfectas proporciones físicas, su enorme belleza y su gran fuerza expresiva.
Esta escultura colocó a Miguel Angel como uno de los escultores vanguardistas más importantes de su tiempo. Y hoy en día es considerada, a 500 años de su creación, una de las obras más valiosas de Italia, aunque todos sabemos que es uno de los patrimonios más importantes de la humanidad. Y todo se inició con un bloque de mármol lleno de imperfecciones.
Ojala aprendamos que las obras de arte a veces surgen de lo imperfecto. Tan solo es preciso tener ojos que ven lo que otros no ven, y un corazón que espera lo que nadie tiene paciencia de esperar, además de una entrega que casi nadie sabe otorgar.

No hay comentarios: