domingo, 15 de junio de 2008

EL OBELISCO DEL VATICANO



Cuando Calígula conquistó Egipto trajo consigo a Roma, como trofeo de guerra, un obelisco tallado durante el reinado de Neb-kaure Amene-meth II, mismo que fue colocado frente al templo del Sol (la Heliópolis).
Cuando el cristianismo fue instituido como la religión oficial, su legalización coincidió con la caída del Imperio Romano, derribándose muchos monumentos, entre los cuales se encontraba el obelisco que quedó abandonado en un terreno dispuesto para su destrucción. Fue en ese entonces cuando se construyó una iglesia sobre la tumba de San Pedro, muy cerca del circo de Nerón.
En el siglo XVI, Roma cobra vida gracias al Renacimiento, deseando los nobles que volviera a ser la gran capital que fue, así que empezaron a construir bellos monumentos para engrandecer la ciudad. Uno de los personajes que revitalizó esta ciudad fue el Papa Julio II, encargado de la construcción de la nueva basílica de San Pedro que se terminó 120 años más tarde.
A finales del siglo XVI, cuando la basílica estaba en plena construcción, el Papa Sixto V, viendo el obelisco tirado en uno de los campos, decidió que se levantara y fuera colocado justo frente a la basílica. Fue el año de 1585 cuando dio la orden de mover y erigir las 30 toneladas de granito de Aswan al arquitecto Domenico Fontana. Para ello se requirieron 900 hombres y 72 caballos, con los cuales se trabajó durante 5 meses, sorteando enormes dificultades, hasta que la acción quedó realizada

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