domingo, 8 de junio de 2008

MIGUEL Y MARIANA (0005))

Miguel era conocido de todos en la colonia. Traía siempre consigo un buen puñado de credenciales que supuestamente lo acreditaban como policía, lo cual le daba autoridad para notificarles a quienes se encontraba a su paso que si se portaban mal los llevaría a la cárcel. Por supuesto que todos le afirmaban ser buenos chicos, así que no había problema alguno.
También era muy común verlo con una revista de modas bajo el brazo, misma que le mostraba a todos los amigos, haciéndoles ver cuál sería el vestido que compraría para casarse con su amor eterno, Mariana, una guapa chica a la que adoraba y a quien jamás dejó de expresarle sus sentimientos.
Mariana lo quería mucho. Aunque era 20 años más joven que él, y además Mariana… tenía novio. Lo cual por supuesto no era muy del agrado de Miguel, quien se encelaba cuando la veía con el otro chico y amenazaba con traer una patrulla para que lo arrestaran, más las palabras dulces de Mariana, y su sonrisa cautivadora lograban aplacar el ánimo de su eterno enamorado y todo quedaba en paz.
Miguel nunca puso fecha para su boda con Mariana, siempre pregonaba que se casaría con ella, qué tipo de vestido le compraría e incluso invitaba a todos a la boda, más jamás les dijo cuando.
Un día a Miguel le detectaron cáncer y fue su enfermedad tan fulminante que en muy poco tiempo se consumió. Cuando ya se encontraba agonizante, Mariana llegó casa de Miguel acompañada de su mamá. Se acercó al lecho de su eterno enamorado y le hizo una pregunta: ¿Miguel quieres casarte conmigo?. La mirada de Miguel se iluminó cual si volviera a recobrar su plenitud de vida. Y apenas balbuceó un "Sí". Ella sacó de su bolso un par de anillos y en un momento lleno de emotividad, tomó la mano del moribundo y puso el anillo matrimonial en uno de sus dedos, mientras le decía: "Miguel, yo Mariana, te aceptó como mi esposo y prometo serte fiel por todos los días de mi vida". Después le dió a Miguel el otro anillo para que lo colocará en el dedo de Mariana. Él no fue capaz de pronunciar la promesa de matrimonio, solo balbuceó una frase ininteligible, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Después Mariana le dió un beso en la frente y así quedó sellado su compromiso. No hubo ningún ministro, ni juez, ni sacerdote presente. Ellos se unieron en matrimonio por la ley de su amor, hasta que la muerte los separara.
Miguel fue muy feliz aquél día, porque se cumplió su más grande anhelo. Al día siguiente falleció, cuando tenía 47 años de edad. Nunca llegó a viejo, porque siempre fue un niño a pesar de su edad. Era un niño Dawn.
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