domingo, 15 de junio de 2008

UN SANDWICH EN EL BOTE DE BASURA


Me llamó la atención que le pidiera a la cajera que empacara el sanwich en una bolsa aparte. Después reparé de nuevo en él cuando lo vi sentado en una de las bancas del parque. El calor era insportable y yo me había detenido a beberme la botella de agua antes de tomar el tren. Entonces me sorprendió que de pronto, aquél hombre se levantara y colocara la bolsa con el sándwich, arriba de un bote de basura. ¿No le habrá gustado?... No, no era eso, porque ni siquiera había abierto la bolsa.

Me quedé bastante intrigado, más poco después mis interrogantes comenzaron a dispiarse. Me dí cuenta que aquél hombre seguía con la vista a una viejecilla encorbada que iba por los botes de basura sacando algunos desperdicios. Y de pronto llegó a donde estaba la bolsa con el sandwich. La abrió y mostró una gran sonrisa mientras sacaba su contenido. Seguramente traía hambre, porque de inmediato le dió la primera mordida y prosiguió su camino saboreando aquél exquisito manjar. Aquél generoso desconocido, también sonrió, luego se levantó de la banca y continuó su camino.

Nos encontramos luego en la estación del tren y no resistí la tentación de preguntarle el porqué no le había entregado el sandwich en mano a la anciana. El hombre se mostró un poco turbado, ni siquiera se dió cuenta que había descubierto su bondadoso acto. Un tato ruborizado me dijo: "Es que me agrada mucho ver la cara de sopresa que pone la anciana. Esa viejita siempre se sorprende, y me gusta ver como se pone feliz con su buena suerte. Además si se lo doy en la mano siento que la humillo". La verdad que me sorprendió aquél hombre con su delicadeza. Hasta para dar, hay que saber hacerlo.


Días después pasé por el mismo lugar y a la misma hora y ví de nuevo a este hombre sentado en la banca. A su lado había una bolsa de plástico con unas manzanas. Por supuesto que ya sabe usted que también aquella bolsa iría a parar a la basura. ¡Aun hay ángeles en la tierra!

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