Antes que el Che Guevara se convirtiera en guerrillero, pasó algún tiempo en la capital de México como fotógrafo ambulante, en la avenida San Juan de Letrán.
De ésta época, se cuenta por ahí que un día fotografió a Agustín Lara, sin saber realmente quien era. El músico-poeta caminaba acompañado de una de sus tantas y sensuales musas, y quizá por ello el futuro guerrillero fijó su lente más en el cuerpo de la mujer. Al darse cuenta Agustín Lara le espetó al fotógrafo callejero diciéndole barbaján.
Esto enfureció al Che, quien al pretender dar respuesta al insulto, fue contenido por Rubén Navarro, quien también era fotógrafo ambulante, diciéndole que aquél hombre era ni más ni menos que el maestro Agustín Lara.
El Che, entonces, humildemente tomó la mano al compositor, se la besó y le pidió disculpas. Lara sonrió y le palmeó la espalda, para luego proseguir su camino.
De ésta época, se cuenta por ahí que un día fotografió a Agustín Lara, sin saber realmente quien era. El músico-poeta caminaba acompañado de una de sus tantas y sensuales musas, y quizá por ello el futuro guerrillero fijó su lente más en el cuerpo de la mujer. Al darse cuenta Agustín Lara le espetó al fotógrafo callejero diciéndole barbaján.
Esto enfureció al Che, quien al pretender dar respuesta al insulto, fue contenido por Rubén Navarro, quien también era fotógrafo ambulante, diciéndole que aquél hombre era ni más ni menos que el maestro Agustín Lara.
El Che, entonces, humildemente tomó la mano al compositor, se la besó y le pidió disculpas. Lara sonrió y le palmeó la espalda, para luego proseguir su camino.
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