lunes, 28 de julio de 2008

EL FILANTROPO DEL TRICICLO

Wang Kuan-ying nació en China el año de 1905. Era hijo de una humilde familia de campesinos, por lo cual tan solo pudo estudiar cuatro años con un maestro de su pueblo, luego tuvo que ir a servir al ejército. El año de 1949 llegó a Taiwan con las tropas nacionalistas y unos años después se dio de baja. Tenía ya 50 años, y siendo un hombre pobre, la única forma que encontró para mantenerse fue dedicarse a la recolección de basura. Así que adquirió un triciclo y todos los días, desde horas muy tempranas, salía por las calles e iba a las fábricas a juntar el cartón y los desperdicios que pudieran luego comprarle en alguna otra parte.
Como Wang Kuang-ying era un hombre modesto y humilde, sus gastos se reducían al mínimo, así que comenzó a ahorrar todo lo que le sobraba. Teniendo además como invaluable tesoro, una buena colección de libros viejos recolectados de la basura, con los cuales fue dando forma a su biblioteca personal. Le encantaba dedicar su tiempo libre a leer, ya que con ello cubría las privaciones iniciales de estudio que le estableció la vida.
Posteriormente se dio cuenta que muchos a su alrededor también necesitaban aprender, así que abrió las puertas de su casa permitiendo que cualquier persona tuviera acceso a su apreciada biblioteca.
Fue tal la cantidad de personas que acudían en busca de sus libros, que compraba con sus ahorros nuevos libros y así su colección se incrementó de tal forma hasta no quedar el más mínimo espacio disponible en su pequeña habitación. El jefe de zona, con el consentimiento de los vecinos, le prestó un sótano vacío de un edificio multifamiliar público para trasladar allí su biblioteca.
Más su esfuerzo no terminó allí; al enterarse de la enorme cantidad de niños que requerían de libros para proseguir sus estudios, le dio por utilizar sus ahorros y trabajar más intensamente para suplir hasta donde fuera posible esta necesidad.
Un ejemplo sobresaliente fue la donación de una enciclopedia y otros juegos de libros para la Biblioteca del Distrito de Penghu, un archipiélago situado al sudoeste de Taiwan. Siendo uno de los distritos más apartados y pobres del área de Taiwan, su gobierno no tenía recursos para invertir en aspectos culturales en los años setenta. Wang les dio lo que necesitaban, aunque ello le costó el equivalente a tres meses de sueldo de un trabajador común.
Más sus donaciones de libros no sólo estuvieron limitadas al área de Taiwan. Bibliotecas e instituciones públicas y privadas del Reino Unido, Alemania, Francia, Uruguay, Paraguay, Estados Unidos, Canadá, Australia y Argentina también recibieron sus donaciones por intermedio de la Biblioteca Nacional Central y la Comisión para los Asuntos de los Chinos de Ultramar. Durante todo el transcurso de su vida, Wang donó más de 400 mil libros.
En 1985, Wang entregó tres mil dólares al Fondo Cultural y Educativo Confucio en Estados Unidos para la construcción de un templo al famoso filósofo y maestro chino.
Wang vertió hasta la última gota de su sudor para engrandecer su obra, logrando hazañas que parecieran imposibles de alcanzar para un humilde recolector de basura. Al final, cuando ya no pudo continuar, se topó con la triste realidad de que no tenía un solo centavo para vivir los últimos días de su existencia. El Gobierno Municipal de Taipei le asigno una pequeña pensión al ser designado “un anciano en extrema pobreza”
En 1998, este humilde filántropo falleció a la edad de 94 años. Su muerte fue lamentada por los ciudadanos comunes y los funcionarios del Gobierno.
Al año de su fallecimiento, una biblioteca de la ciudad de Taipei fue rebautizada a la memoria del recolector de basura. A la vez, se inauguró un pequeño jardín conmemorativo en una esquina del edificio.
En el jardín, hay una docena de bancos colocados bajo la sombra de varios árboles frondosos que ofrecen un sitio para que las personas descansen, reflexionen acerca de sus vidas y, tal vez, contemplen los logros de Wang.
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