
Ante un grupo de amigos, Karla, llena de gran regocijo, comentó con entusiasmo que había logrado conseguir un boleto para el concierto de Madonna en la Ciudad de México. Le costó la estratosférica cantidad de $ 7.000 pesos ($700 dólares). Aquello me pareció inaudito, porque esto significa el equivalente a más de mes y medio de su sueldo laboral. ¡O sea que esta chica trabajará todo este tiempo tan solo para darse el lujo de ver un espectáculo de Madonna que no dura más de dos horas!. Además, como no vive en la capital de México, tendrá que gastar dinero adicional para el viaje y hospedaje. Esto significa que dos meses de su salario serán derrochados en un lujo francamente innecesario..
-“¿Porqué te atreves a gastar tanto dinero en semejante cosa?”- le pregunté. Y ella sin razonar en lo más mínimo mi pregunta, con una amplia sonrisa me contestó: -“Es que ver a Madonna vale eso y mucho más”-.
Me sentí totalmente desconcertado. Y como todo un “aguafiestas”, volví a la carga con una pregunta adicional: - “¿No te haría más feliz comprar despensas y repartirlas entre la gente muy necesitada?, te aseguro que si lo hicieras sería un momento tan grandioso en tu vida que nunca lo olvidarías”.- Ella se encogió de hombros y me respondió. –“No tengo dinero para algo así, mi boleto lo compré con la tarjeta de crédito”-
Ya no quise decir nada. No cabe duda que por esto y muchas cosas más nuestro mundo está loco, loco, loco.
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