
Pero es en la edad media cuando el bufón adquiere un papel extremadamente relevante, ya que formaron parte de las cortes de palacio. Muchos piensan que el papel de bufón en esos tiempos era el tonto que se dedicaba a hacer gracejadas para el rey, y que ese papel podía ser ocupado por cualquier persona con ciertas habilidades y gracia, casi como cualquier payaso común, pero no es así. Ser bufón de la corte requería de mucha astucia, inventiva y creatividad. En realidad eran personajes muy astutos y hábiles en su pensamiento.
Lejos de ser un trabajo humillante, el de bufón de la corte era una tarea durísima que requería inventiva, creatividad, prontitud para la respuesta y enorme seguridad en sí mismo.
Los bufones se exhibían ante soberanos y príncipes y debían, si se les requería, responder con rimas, ganándose la confianza y simpatía de los monarcas. Era un trabajo sumamente delicado, porque estaban a expensas del humor y capricho de los soberanos. No pocos, en la historia, terminaron en la cárcel, torturados y hasta asesinados.
Lucían vestimentas coloridas y brillantes y portaban bastones que tenían las empuñaduras talladas con la cabeza de un bufón. Aunque por lo general los bufones tenían la misma condición de cualquier sirviente, hay evidencias de que algunos llegaron a gozar de grandes privilegios de parte de sus amos. Triboulet, bufón del rey francés Francisco I, era llevado a las campañas militares, pero el ruido de los cañones le asustaba tanto, que corría a esconderse debajo de la cama. En una ocasión fue amenazado de muerte y, al poner en aviso a su rey, éste le respondió que no se preocupara, que el hombre que se atreviera a matarlo sería asesinado media hora después. Entonces Triboulet, mirando preocupado al rey, respondió: “No podría su majestad hacerlo ejecutar media hora antes?”
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