sábado, 2 de agosto de 2008

ÉRASE UN HOMBRE A UNA NARIZ PEGADO!!!

Cuentan que el francés Cyrano de Bergerac era tan narizón que bien se le podían aplicar los versos de Quevedo, aquellos que comienzan con “Érase un hombre a una nariz pegado…” No era ciertamente un hombre guapo, su nariz era tan grande que le provocó infinidad de problemas en la vida, burlas y ofensas que en muy diversas ocasiones debió de resolver con numerosos duelos de espada, en la cual era muy diestro. Pero además era un hombre pendenciero, libertino y lengua larga; quien alguna vez fue soldado en el ejército, pero que debió abandonar su carrera militar tras una herida en combate.
Además de ser un espadachín y pendenciero, se dice que fue un romántico empedernido que al recibir tantos desprecios de las mujeres, terminó por refugiarse en la pluma convirtiéndose en un escritor y poeta.
El año de 1656 escribió una obra a la que tituló “Historia cómica de los estados e imperios de la luna y siete años después su “Historia cómica de los estados e imperios del sol.
Pocos años antes Galileo debió retractarse de sus declaraciones respecto a que la tierra giraba en torno al Sol, por temor a ser chamuscado en la hoguera por la nefasta Santa Inquisición, más a Cyrano le valió un comino este asunto y en sus libros habla de la órbita de la Tierra y otros planetas alrededor del Sol y la débil gravedad que hay en la luna, proponiendo además viajes interplanetarios con un cohete a propulsión. Y antes de Mausan y todos esos gurús que pregonan a los 4 vientos la existencia de extraterrestres que visitan la tierra, Cyrano afirmó que todos esos dioses y seres mitológicos de que habla la literatura, eran en realidad viajeros del espacio exterior, a los cuales afirmaba provenientes de la Luna, aunque originarios del Sol. Los cuales, por cierto, tenían la pecularidad de cambiar su forma a voluntad.
También escribió sobre tecnología lunar: casas construidas sobre enormes tornillos que permitían ocultarse en el suelo en las épocas frías; otras que se movían con las estaciones, impulsadas por velas henchidas por fuelles; y focos radiantes que hacían la noche lunar tan brillante como el día.
Cyrano era un hombre de tan prodigiosa imaginación que hasta previó inventos eléctricos y electrónicos como el fonógrafo y las viviendas transportables. Y es que Cyrano, además de espadachín, pendenciero y enamorado, era poseedor de una visión que iba… mucho más allá de su nariz.

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