Una tarde, el rey Federico II de Prusia entró a uno de los salones del palacio de Sans-Souci y sentándose a la mesa pidió a un sirviente su habitual tasa de chocolate. El sirviente de inmediato transmitió la orden al cocinero y poco después le fue servida le espumosa bebida tal y como el rey gustaba de tomarla.
El chocolate estaba un poco caliente, así que el rey esperó un poco antes de dar el primer sorbo, más en ese preciso momento recordó que había dejado la llave puesta del arcón donde guardaba sus papeles de gran importancia, así que de inmediato se puso de pie para ir a recoger la llave a la habitación contigua y evitar de esa manera que alguno de sus sirvientes fuera a realizar algo inapropiado.
El rey Federico II era un hombre que sabía utilizar el poder; era un hombre enérgico, aunque tuvo la habilidad para rodearse de filósofos y hombres de gran capacidad para apoyarlo en su manejo del reino. Su amistad con hombres como Voltaire le motivaron a favorecer el desarrollo de las artes, incorporando en su reinado la enseñanza primaria obligatoria. Pero como todo hombre de poder, no le faltaban enemigos.
Después de cerrar el arcón y recoger la llave, el rey Federico volvió a la mesa y se dispuso a darle el primer sorbo a su tasón de chocolate, más al querer tomarla entre sus manos detectó un fino hilo brillante que descendía directamente desde el techo hasta su tasa. Pasó la mano suavemente como para cortar el recorrido de la fina hebra y advirtió que se trataba de el hilo de una araña que había bajado directamente hasta su tasa para darse un chapuzón en el espeso líquido.
De inmediato, el rey, llamó a su criado y le ordenó que le cambiaran la tasa. Al ver el cocinero que el sirviente regresaba con la tasa intacta, se puso extremadamente nervioso y conforme el criado se acercaba un gran temblor recorrió todo su cuerpo sintiendo que la respiración comenzaba a provocarle problemas. Totalmente desesperado, corrió hacia un extremo de la habitación tomó un afilado cuchillo y se quitó la vida. El motivo fue que el cocinero había puesto veneno en el tazón y al ver que el criado regresaba con la bebida intacta supuso que el rey había descubierto su plan homicida.
Una vez que se descubrió todo el maléfico plan que se había urdido en su contra, el rey mandó que se pintara en el techo de la habitación la imagen de una araña en su tela. Como un respetuoso homenaje a aquella desconocida amiga que fue la más eficaz guardaespaldas del rey y que entregó la vida por el monarca prusiano.
El chocolate estaba un poco caliente, así que el rey esperó un poco antes de dar el primer sorbo, más en ese preciso momento recordó que había dejado la llave puesta del arcón donde guardaba sus papeles de gran importancia, así que de inmediato se puso de pie para ir a recoger la llave a la habitación contigua y evitar de esa manera que alguno de sus sirvientes fuera a realizar algo inapropiado.
El rey Federico II era un hombre que sabía utilizar el poder; era un hombre enérgico, aunque tuvo la habilidad para rodearse de filósofos y hombres de gran capacidad para apoyarlo en su manejo del reino. Su amistad con hombres como Voltaire le motivaron a favorecer el desarrollo de las artes, incorporando en su reinado la enseñanza primaria obligatoria. Pero como todo hombre de poder, no le faltaban enemigos.
Después de cerrar el arcón y recoger la llave, el rey Federico volvió a la mesa y se dispuso a darle el primer sorbo a su tasón de chocolate, más al querer tomarla entre sus manos detectó un fino hilo brillante que descendía directamente desde el techo hasta su tasa. Pasó la mano suavemente como para cortar el recorrido de la fina hebra y advirtió que se trataba de el hilo de una araña que había bajado directamente hasta su tasa para darse un chapuzón en el espeso líquido.
De inmediato, el rey, llamó a su criado y le ordenó que le cambiaran la tasa. Al ver el cocinero que el sirviente regresaba con la tasa intacta, se puso extremadamente nervioso y conforme el criado se acercaba un gran temblor recorrió todo su cuerpo sintiendo que la respiración comenzaba a provocarle problemas. Totalmente desesperado, corrió hacia un extremo de la habitación tomó un afilado cuchillo y se quitó la vida. El motivo fue que el cocinero había puesto veneno en el tazón y al ver que el criado regresaba con la bebida intacta supuso que el rey había descubierto su plan homicida.
Una vez que se descubrió todo el maléfico plan que se había urdido en su contra, el rey mandó que se pintara en el techo de la habitación la imagen de una araña en su tela. Como un respetuoso homenaje a aquella desconocida amiga que fue la más eficaz guardaespaldas del rey y que entregó la vida por el monarca prusiano.
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