martes, 28 de octubre de 2008

PITA AMOR, LA ABUELA DE BATMAN

Era la niña bonita de la casa. Se llamaba Guadalupe Teresa, pero al final terminaron por llamarla Pita, Pita Amor, para ser más exactos. Descendía de una familia adinerada con ascendencia alemana y española. Pero con la llegada de la Revolución perdieron su riqueza y vendieron o empeñaron en el Monte de Piedad los pocos tesoros que pudieron rescatar del desastre venido con esos tiempos.
A Pita le gustaba cantar, y aunque su madre alababa su gracia, terminaba por fastidiarla y le mandaban que callara; pero si no cantaba se ponía a hablar y era tan parlachina que no soportaban ni las sirvientas de la casa.
Nunca aceptó la pobreza; ya como adolescente solía vestirse con viejas vestimentas que alguna vez fueron ropajes elegantes, y esto la convirtió en un personaje extravagante totalmente desubicado. Tampoco aprendió buenos modales, por más que se los inculcaron en su familia.
Sus padres la consentían tanto, que hacía cuanto quería, cometiendo infinidad de maldades sin que nadie se atreviera a corregirla. Para ella no existía la disciplina. Le encantaba ser el centro de atención. Y si no reparaban en ella, hacía lo que fuera con tal de no ser ignorada.
Su primer escándalo público lo provocó a los 18 años cuando se convirtió en la amante de un rico ganadero de 60 años llamado José Madrazo. Por supuesto que no lo amaba, porque ella solo se amaba a sí misma, pero le agradaba tanto el dinero y el escándalo que por eso mantuvo aquella relación a la vista de todos. Se convirtió así en la mujer controversial de las décadas de los cuarenta y cincuenta, rompiendo con todos los esquemas sociales. Le importaba un auténtico comino el que dirán.
Su exhibicionismo desmedido, sus ropajes escotados y su carácter extrovertido le abrieron puerta al círculo de artistas e intelectuales. Y como era sumamente bella, se convirtió en modelo de los pintores Juan Soriano, Diego Rivera, Martha Chapa, Roberto Montegro y muchos más.
Después surgió en ella la poetiza, escribiendo una buena cantidad de poemas en una treintena de libros. Todos ellos con lenguaje directo y atrevido, tal y como era su controvertida personalidad.
Los cronistas sociales encontraron el personaje perfecto para realizar sus trabajos. Su nombre pronto fue muy conocido. Y era común verla pasear por las noches en el Paseo de la Reforma, adornada con una rosa en la cabeza y su fino bastón en mano. Ella se autonombraba “La reina de la noche”.
Pita vivía de fiesta en fiesta, y siempre lograba ser el centro de atención, con su vestimenta, su comportamiento impetuoso y su conversación atrevida, divirtiendo a todos con sus ocurrencias. Para la presentación de sus libros, que realizaba siempre en su casa, elaboraba sofisticadas decoraciones acordes al contenido de su obra. Cuando presentó su libro “Polvo”, todo en su casa era gris: la alfombra, las cortinas, el forro de sus sillones, los muebles. Para su presentación de “Otro libro de amor”, grandes telas de flores cubrieron sala y comedor; la casa se llenó de ramajes, la alfombra se convirtió en pasto verde y proliferaban los ramos de flores por toda la estancia.
Totalmente diferente fue el arreglo para “Décimas a Dios”. Aquella vez su decorado fue sobrio y místico. Cirios, candeleros coloniales, ambiente de penumbra. Una casa escasamente iluminada con un ambiente envuelto en tétrica espiritualidad.
Su existencia iba de escándalo en escándalo. Le molestaba que la tocaran y se lavaba las manos hasta 40 veces al día. No quería que nadie le hablara si no les daba permiso, mucho menos que se acercaran a ella. Su altanería y soberbia la alejaron admiradores, pretendientes e incluso amigos.
Pita se convirtió en una auténtica leyenda. Con su lenguaje lleno siempre de majaderías y sus aires de gran diva, al grado que en cierta ocasión se puso al lado de María Félix preguntando a los presentes: ¿Verdad que yo soy más bonita?. La Doña, tan solo la miró sonriendo con gran ironía. Pero Pita no se inmutaba. Bailaba con gracia. Danzaba y cantaba haciendo ademanes exagerados. Y a tanto llegó su fama que incluso incursionó en el cine, el teatro y la TV.
A los 38 años tuvo un hijo, del cual luego se arrepintió, no porque no amara al pequeño, sino por considerarse incapaz de atenderlo, así que lo entregó en custodia a su hermana mayor. Pero su niño murió ahogado en una pileta llena de lirios, a la edad de un año y meses, provocando en aquella mujer la más grande de sus tragedias.
Se volvió callada e introvertida. Toda su gloria y desplantes se perdieron para siempre. Pita dejó de pasear por las calles, abandonó a sus amigos intelectuales, se encerró en su casa y se convirtió en una vieja totalmente descuidada. Dicen que perdió la razón. Murió sola, acompañada del abandono, el silencio y el olvido. Aquél 9 de mayo del año 2000 se extinguió para siempre quien fuera la mujer más atrevida y escandalosa de finales del siglo XX. La mujer a quienes muchos llamaron con ironía “La abuelita de Batman”

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