
Para los Cardenales no era nada grato que un ex cuidador de cerdos ostentara el título de Papa y mucho menos que viniera a darles ordenes a ellos que provenían de familias de alto rango. Hay que recordar que en aquellos tiempos los Cardenales eran escogidos de entre las familias más ricas, y no eran precisamente gente muy santa que digamos.
Fue por ello que los Cardenales disgustados mandaron pintar un cuadro del Papa Sixto, rodeado de una docena de cerdos, mismo que una vez terminado se lo hicieron llegar. El Papa, en vez de disgustarse sonrió amablemente ante su atrevimiento y mandó al pintor que a cada cerdo le pusiera un vestido de Cardenal. Y con eso quedaba la obra completa. Por supuesto que el pintor obedeció el mandato papal.
2 comentarios:
Interesante la historia del papa Sixto, hubo grandes hombres en la Iglesia Católica, en otros tiempos.
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