Se llamaba José Fidencio Constantino Síntora, era huérfano de padre y madre y por ello es que desde muy pequeño salió del Rancho las Cuevas, en Guanajuato, su lugar de origen, para buscar trabajo en distintos lugares de la República Mexicana. Al no tener tan siquiera la educación básica, trabajó de jornalero en el corte de henequén, después en una mina y posteriormente como pastor en una hacienda.Siempre fue un niño, aún cuando llegó a la edad adulta. Tenía la voz chillona, era lampiño e inocente; sin que jamás haya sabido lo que era el sexo. La iglesia era como su segunda casa, pasaba horas y horas rezando en las bancas de los templos.En su deambular por el mundo un buen día llegó a Espinazo, un poblado muy pequeño y pobre tirado al pie de la via del tren que une los Estados de Nuevo León y Coahuila. Y nadie sabe ni como, más de pronto comenzó a correr el rumor de que el niño Fidencio poseía poderes extraordinarios y curaba a los enfermos. Decían que era un “Niño Santo” y que además no cobraba por sus servicios, ya que tenía una comunicación especial con Dios, que le permitía interceder ante él, por la salud física y espiritual de los afligidos.El rumor se esparció por toda la comarca y aquella pequeña comunidad polvorienta se convirtió de la noche a la mañana en una ciudad flotante con personas afligidas provenientes de todos los rincones de México y Los Estados Unidos. La población de Espinazo creció de unos cuantos cientos de habitantes en 1925, hasta 30,000 pobladores, según el censo de 1930.A pesar de que Fidencio era un aniñado, algo retardado mentalmente, y sufría alucinaciones, tenía un gran carisma para tratar a la gente, quien llegó a considerarlo como una reencarnación de Jesucristo. La devoción por Fidencio cayó hasta los más grandes extremos del fanatismo. Y era tal la adoración que la se le otorgaba, que Fidencio terminó por vestirse con túnica y manto como el mismo Jesucristo, manifestándose cual si fuera el Hijo de Dios de regreso a la tierra.Poco a poco, se fue creando alrededor de Fidencio, una estructura administrativa. Aparecieron sus ayudantes en las curaciones, a las que llamó " cajitas ", y sus esclavas. Especie de enfermeras y afanadoras que asistían en las labores cotidianas.Trabajó a la manera de los curanderos tradicionales, preparando medicinas a base de hierbas y plantas y siguiendo los extraños caminos de lo sobrenatural. Extirpaba tumores y hacía operaciones de muy diversa índole, incluyendo cesáreas y todo ello con pedazos de vidrio que utilizaba como bisturí.En su casa tenía una palapa en círculo donde hacía las curaciones generales. Y a un lado un columpio donde curaba a los dementes, los mudos y los sordos. En un corral había una pantera a la que le habían quitado garras y dientes. Dicen que el Niño Fidencio arrojaba a algunos dementes o mudos al animal, y con semejante susto recobraban la salud.Tenía además un conjunto de casitas a unos 200 metros de donde vivía habitadas por leprosos, a los cuales visitaba a diario y con tomas de té y cánticos les iba otorgando la salud.Llegó a tanto su fama que el 8 de febrero de 1928, fue visitado por el Presidente de la República: Plutarco Elías Calles, quien acompañado por el Gobernador de Nuevo León estuvieron con Fidencio por más de seis horas. El Presidente asistió en contra de la opinión de los médicos de la secretaría de salud de Monterrey, quienes le advirtieron de los graves riesgos de contagio que había en la comunidad. Calles viajó para ser curado de la lepra, y fue atendido por Fidencio, junto a los demás peregrinos que lo visitaron ese día. Pero a Calles le dedicó atención especial al cubrirlo con su propio manto y dándole a beber un brebaje especial de rosas.Seguramente el tratamiento fue efectivo, porque mes a mes llegaba hasta Espinazo un subalterno enviado por Calles para que se le enviaran las medicinas.
2 comentarios:
disculpe hay algun templo fidencista en guadalajara qe no sean chantajistas yo ya fui auno y eran personas muy honradas y leales
disculpe hay algun templo fidencista en guadalajara qe no sean chantajistas yo ya fui auno y eran personas muy honradas y leales
Publicar un comentario