viernes, 2 de enero de 2009

LAS CALAVERAS DE CRISTAL

El explorador británico Mitchel Hedges se encontraba el año de 1924 realizando una investigación atropológica en las ruinas mayas de Lubaantum en Belice, en búsqueda de huellas de la Atlántida. Su hija Anna participaba en el trabajo, y tras remover unas grandes piedras de un templo descubrió una hermosa calavera de cristal. Después de su descubrimiento se sucedieron varios fenómenos sobrenaturales. Los 300 indianos que trabajaron con ella en las excavaciones se arrodillaron y besaron el terreno cuando el objeto fue llevado a la luz, y se mantuvieron orando y llorando por dos semanas. Anna relata que los nativos mayas de la zona la reconocieron al instante como representación del dios de sus antepasados.
En 1970 la familia Mitchell-Hedges entregó el cráneo a los laboratorios de Hewlett Packard para su estudio, en los cuales pudo comprobarse que el cristal fue tallado en contra del eje natural del cristal, a pesar de que los modernos escultores no lo harían, porque esto provocaría la rotura de la pieza de cuarzo, ni siquiera utilizando la tecnología láser, ya que tendría idénticos resultados sobre el cristal. Otro de los hallazgos sorprendentes consistió en que no hallaron evidencia ni rastros de que se hayan utilizado herramientas metálicas. Y está realizada toda ella en una misma roca. Incluyendo la mandíbula y los dientes que son piezas separadas, tal y como en un auténtico cráneo humano.
Tantos los prismas ubicados en la base, como las lentes pulidas a mano de los ojos, se combinan para producir un brillo muy intenso. El cráneo, perfectamente tallado en cristal de roca, presenta un alto grado de dureza, de lo que se deduce que sólo mediante fundición del mineral y utilizando un molde, o mediante el uso de un diamante podría obtenerse algo parecido. Pero los mayas no poseían la suficiente capacidad técnica como para enfrentarse a semejante empresa. El dato más desconcertante fue que los expertos estimaron el tiempo necesario para completar el trabajo en al menos 300 años. Y coinciden que fue tallada por la civilización maya alrededor del 1300/1400 después de Cristo con material traído del Brasil.
Cuando pasó esta calavera al Museo Británico, que fue como doce años después de haberse encontrado, sucedieron una extraña serie de acontecimientos: Se dice que los objetos cercanos se desplazaban; el aire se impregnaba repentinamente de perfumes raros e inexplicables, provocando el pánico entre los trabajadores de la limpieza, por lo cual las autoridades del museo decidieron cubrirlas con un pesado paño durante las noches.
Frank Dorland, un restaurador de arte que hizo varios experimentos con el cráneo por seis años, afirmó que una vez un halo lo circundó por varios minutos, escuchó sonidos agudos, parecidos a campanilleos que llenaron su casa. Otras veces dentro del cráneo aparecieron luces e imágenes de cráneos, montañas y otros objetos, así como un olor característico proveniente de su interior.
Más no es la única calavera de este tipo. Existen otras dos calaveras de cristal, una más en Londres y otra en París. Ambas fueron halladas por soldados en México durante la década de 1890, y están talladas en cristal de cuarzo. Aunque estas presentan algunas diferencias con la de Mitchel Hedges.
Existen incontables hipótesis acerca del origen real de las calaveras, llegando algunos a pensar que puedan ser el legado de inteligencias superiores o extraterrestres. El misterio de las calaveras es enriquecido también por una leyenda maya que cuenta que en el mundo existen 13 calaveras de cristal a tamaño natural, y cuando todas sean redescubiertas y asociadas, les transmitirán a los hombres todo su conocimiento.
Por supuesto que tanto eufólogos como gnosticos han elaborado fantásticas teorías para llevar agua a su molino.

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