
Artemisa, como ha sido el caso de muchos amantes con gran poder, decidió construirle una grandiosa tumba que honrara su memoria. Su viuda decidió no reparar en gastos, para recordarle a la ciudad que nunca más tendrán un reinado tan dichoso como el que encabezó el rey Mausoleo.
Un numeroso contingente de trabajadores, esclavos y voluntarios, se dieron a la tarea de levantar el fantástico monumento. Sobre una superficie de 33 por 39 metros , la tumba fue levantada teniendo aproximadamente 50 metros de altura. Para completar la obra, los mejores escultores griegos de la época tallaron figuras y relieves en su estructura.
Aquél monumento fue tan esplendoroso, que se convirtió en una de las siete maravillas del mundo antiguo. Artemisa murió antes de que se concluyera la obra, y fue enterrada al lado de su esposo en aquella fantástica construcción, misma que luego fue llenada con fabulosos tesoros que el pueblo otorgó a sus soberanos como muestra de gratitud.
Pero el monumento no duró demasiado. 16 años después llegó el conquistador Alejandro Magno, y lo dejó prácticamente en ruinas. En el año de 1404 un terremoto terminó por echarlo al suelo. En el siglo XIV los Caballeros de San Juan lo terminaron de demoler y cargaron hasta con las piedras para la construcción del Castillo de San pedro de Halicarnaso. La tumba fue saqueada por los ladrones y hoy en día no queda ni rastro de todo ello..
La estatua superior se salvó y hoy en día es posible admirarla en el Museo Británico de Londres.
Pero el nombre de mausoleo hoy es sumamente popular, porque con su nombre se designa a las construcciones que se realizan sobre los sepulcros.
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