Al llegar la temporada de invierno, unas terribles heladas azotaron sin clemencia la zona, provocando gran mortandad, pero esto fue solo el principio de la tragedia, porque apenas se dispersaron los vientos helados, llegó como ave de rapiña “la bola”, epidemia que pasaría a la historia como una de las más terribles que ha tenido que enfrentar nuestra ciudad.
Fray Antonio Alcalde había llegado a esta ciudad de Guadalajara el 12 de diciembre de 1771, al ser designado Obispo de la Diócesis. Este ilustre señor nació en Cigales, población de Valladolid, España y era de la orden de los Dominicos. Antes de su llegada a Guadalajara había realizado su ministerio eclesiástico como Obispo de Yucatán.
El Sr. Alcalde era un hombre dinámico, emprendedor y muy sensible ante las miserias que aquejaban a los pobres. Y aquella epidemia que estaba diezmando a su feligresía rebasaba todos los límites del dolor y el sufrimiento. Parecía como si Dios se hubiera ensañado con los suyos. No había sido suficiente el dolor que propició la escasez de lluvias, el hambre padecida por los pobres, ni las terribles heladas que se presentaron. Aún faltaba lo peor, y era necesario enfrentarlo.
El Sr. Obispo no se quedó con los brazos cruzados. Abrió las puertas de las casas religiosas para los enfermos y todo edificio disponible lo puso al servicio de los necesitados. Sacerdotes, religiosas y religiosos, fueron designados para atender a las víctimas de esta tragedia. Pero faltaban espacios, medicinas y doctores.
Fue así como surgió su gran propósito de hacer un hospital para los pobres. Habló con el Ayuntamiento y consiguió que le cedieran gratuitamente un terreno. Con limosnas y donativos inició la construcción el 26 de febrero de 1787.
El 14 de junio de 1792, aún cuando el hospital no estaba totalmente terminado, se le solicitó a Fray Antonio Alcalde que lo bendijera y realizara la apertura de sus puertas. En parte porque era mucha la necesidad, pero también porque el Sr. Obsipo estaba tan enfermo y anciano que podía morir sin ver en servicio su obra.
Aquél día de junio, después de la ceremonia, Fray Antonio Alcalde se dirigió a una de las camas, donde ya había un enfermo y personalmente le realizó una curación. Era un hombre austero, no buscaba realmente nada para sí. Su mayor satisfacción la encontraba en realizar obras para atender las necesidades de su comunidad.
No bien hubo tomado el mando de
El martes 7 de agosto de 1972 falleció Fray Antonio Alcalde a los 91 años, después de 21 años ejerciendo su labor espiritual y humanitaria en nuestra ciudad. Como gran herencia suya, quedó el Hospital Civil, fundo
Los restos del ilustre obispo fueron depositados en el Santuario de Guadalupe, pero su corazón siempre palpitará entre nosotros, mientras exista la ciudad de Guadalajara.
1 comentario:
FELICITACIONES POR RESCATAR Y PROMOVER LA MEMORIA DEL BENEFACTOR MÁS IMPORTANTE DE GUADALAJARA, QUIERO PREGUNTARTE ¿ SABES LOS NOMBRES DE LOS PERSONAJES PLASMADOS EN EL MURAL DEL RECINTO,? (EL QUE TE SIRVE DE IMAGÉN) RECONOZCO A ALCALDE Y SE ASOMA CARLOS III, Y LA "HUMANIDAD DOLIENTE") ...PERO LOS DEMÁS ¿ QUIENES SON ? TE AGRADECERÉ SI ME PUDIERAS INFORMAR AL CORREO ingsolistinoco@yahoo.com
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